Poco a poco se
está averiguando mucho más sobre la dislexia,
una dificultad ESPECÍFICA del aprendizaje
de la lectura y escritura. Aún queda mucho por avanzar, al menos está
dejando de ser un factor completamente desconocido, y, por tanto, no
identificado. Esto supone que con este avance se está logrando que esta
dificultad de aprendizaje deje de asignarse a otras causas y mejore su
reconocimiento.
Aquí vemos un
breve resumen de qué supone la dislexia,
y algunos errores comunes que se
relacionan con la dislexia o dificultad específica del aprendizaje, por falta
de conocimiento:
Qué no es
la dislexia: Alguien con dislexia no es “tonto”. No tiene una inteligencia inferior a la de sus compañeros
de su misma edad.
Qué sí es
la dislexia: Es una dificultad
específica para el aprendizaje de la lectura y escritura, que no afecta a
otras áreas del aprendizaje (aunque esta dificultad, a largo plazo, puede
dificultad el aprendizaje de materia que se basen en la lectura de textos).
Qué no es
la dislexia: Alguien con dislexia no es alguien vago. Durante muchos años el desconocimiento de la dislexia y su
falta de investigación suponía que los profesores pensaban que aquellos niños a
los que les costaba más leer o aprender otras asignaturas que se basan en el
aprendizaje de textos, eran vagos, no se esforzaban y por eso no aprendían. Eso
sólo conlleva que estos niños, que en realidad muchas veces se esfuerzan más
que los demás, terminen por frustrarse y realmente abandonan sus esfuerzos. Por
eso es importante identificarlo y buscar la ayuda necesaria.
Qué sí es
la dislexia: Tener dislexia implica que habrá que esforzarse un poco más
que los demás para aprender las mismas reglas de lectura, como el sonido que tiene
cada letra, cómo se pronuncia cada grupo de letras o sílabas, etc. Esto requerirá
practicar más que para sus compañeros de clase.
Qué no es
la dislexia: En incontables ocasiones se asume que el diagnóstico de
dislexia supone una condena al fracaso, una imposibilidad de aprender, de conseguir
éxito académico o laboral.
Qué sí es
la dislexia: No, no y no. Hay tantísimos ejemplos de personas mundialmente
exitosas que desvelan su dislexia. Algunos son Pablo Picasso, John Lennon, Orlando
Bloom o Einstein. La dislexia no impide el éxito. Esto no significa que todos
vayamos a ser famosisímos, pero sí son ejemplos de que con esfuerzo se puede salir
adelante y seguir una vida cotidiana completamente normal realizando los más
diversos trabajos.
Qué no es
la dislexia: La dislexia se puede “curar”.
Qué sí es
la dislexia: En realidad, la dislexia es un trastorno con base neurobiológica,
lo que significa que es algo con lo que siempre se va a convivir. Probablemente
no serán aficionados a la lectura, pero esto no supone una condena al fracaso,
como ya hemos visto, sino que se necesitará intervención temprana y técnicas
apropiadas de aprendizaje para compensar las dificultades.
Qué no es
la dislexia: La culpa es de los profesores o padres, que no les han sabido enseñar
bien o no han fomentado la lectura en casa.
Qué sí es
la dislexia: Una persona tendrá dislexia independientemente del método de
enseñanza se utilice. Lo que sí es cierto es que hay determinadas técnicas de enseñanza
que sí pueden fomentar la mejora en la dislexia (las que se basan en la relación
de las letras o grafías con cada sonido o fonema), pero, como ya sabemos, la
dislexia estará ahí igualmente.
Encontrarse
ante una situación de dificultad de
aprendizaje de la lectura o escritura supone, en muchos casos, estar desorientado. No suele ser algo que
entre en los planes, no se prevé. Por ello, inicialmente es difícil saber cómo
actuar, qué pasos seguir. Lo primordial es tener en cuenta que durante el
aprendizaje de la lecto-escritura cada
niño lleva un ritmo, y eso no implica necesariamente que por ser más lento vaya
a tener dislexia.
Sin
embargo, sea o no dislexia el diagnóstico final, ante estos casos lo más
recomendable siemprees NO ignorarlo. El diagnóstico
definitivo de la dislexia puede demorarse incluso varios cursos (al menos hasta
2º o 3º de primaria, cuando la lectura debería estar interiorizada), y el mejor momento para intervenir sobre las
dificultades de aprendizaje de la lectura son las edades más tempranas. Si
finalmente la dislexia se confirma, habremos aprovechado la mejor época para
intervenir, y, en caso de que no lo sea, sólo habremos colaborado a mejorar la
lecto-escritura. Aquí tenéis algunas orientaciones
que podéis seguir si os encontráis ante un caso similar a este y no
sabéis cómo reaccionar ni qué podéis hacer.
Desde
casa no sólo nos tendremos que resignar a mirar cómo avanza o no nuestro hijo
en la lectura y escritura. Tenemos la opción de colaborar codo con codo con nuestropeque, y ayudarle en lo que podamos, que vea que estamos de su
lado. Actualmente la intervención se centra sobre el fomento
de la conciencia fonológica.
En caso de que finalmente se confirme el diagnóstico de dislexia en nuestro peque, acudirá a algún tipo de intervención en el cole o en otro centro, y podremos hablar con ellos
y pedir orientación sobre qué podemos hacer desde casa, ya que serán
específicas para sus dificultades concretas.
Aquí
os propongo algunas ideas que se centran
en la mejora de la conciencia fonológica y ayudan a mejorar así el nivel de
lectura, tanto de personas con dislexia como sin ella. Lo más básico y
primero que el peque tiene que lograr es aprender a identificar las sílabas o golpes
de voz y trabajar con ellas.
-Segmentación en sílabas: La actividad
más sencilla y la primera que debe aprenderse es reconocer cada sílaba que
tiene una palabra. Para ello, tendremos una serie de palabras preparadas en
tarjetitas individuales (inicialmente palabras cortitas y sencillas y luego
aumentando su dificultad). En cada tarjeta el peque deberá romper cada palabra
en sus sílabas. Inicialmente, si le cuesta, le ayudaremos dando un golpe en la
mesa por cada sílaba. Luego será él quien de los golpes para que le ayuden,
hasta que finalmente no le haga falta ninguna ayuda. Ejemplo: “Caracol” sería “ca-ra-col”.
-Omitir una sílaba: Esta tarea implica, además
de reconocer cada sílaba, la memoria de trabajo, es decir, la capacidad de
operar con ellas. Para ello, con cada tarjeta el peque deberá eliminar la
sílaba de la palabra que le digamos. Si, por ejemplo, con la palabra “caracol”,
le pedimos que elimine la segunda sílaba, el resultado sería “ca-col”.
-Sustituir una sílaba: Es una variación
del ejercicio anterior. Su tarea será que en cada palabra tendrá que sustituir
la sílaba que le indiquemos por otra. Un ejemplo sería que cambie la segunda
sílaba de la palabra “caracol” por “si”, y el resultado sería “ca-si-col”.
-Encontrar la sílaba común: En este caso
tendremos dos palabras que tengan una sílaba en común. Se las leeremos al peque,
quien tendrá que encontrar esa parte de la palabra que suena igual en las dos.
Por ejemplo, con la palabra “caracol” y la palabra “colmena”, la sílaba común es
“col”.
-Ordenar las sílabas: En este caso
habremos escrito cada sílaba en un pedacito de papel, y se las daremos al niño
sin que estén en orden. Lo que tendrá que hacer será reordenarlas para
conseguir formar una palabra con sentido. Por ejemplo, habría que formar la
palabra “caracol” con las sílabas “col”, “ra” y “ca”.
Espero
que estas actividades os hayan sido de ayuda para tener más ideas de cómo
podéis ayudar a vuestros peques desde casa. Como siempre, ¡armaros de paciencia
y a aprender jugando y compartiendo tiempo con ellos!
Es mucho lo que
se puede ayudar desde casa para tratar de superar las dificultades que plantea
la dislexia. Durante los últimos años se ha mostrado mucho más interés por la
dislexia y sus implicaciones (antes el interés era nulo y simplemente se tomaba
a estas personas por vagos o “tontos”), y gracias
a recientes investigaciones científicas se conoce mejor qué
es la dislexia, y qué factores están relacionados con ella.
Ahora está más
que demostrado que el nivel de conciencia morfológica (ser consciente de las
estructuras que forman las palabras) y, sobre todo, el de conciencia
fonológica(ser consciente de las unidades de sonido que forman la
palabras, las sílabas, las letras…) que tiene cada persona se relaciona con su
habilidad de lectura. En términos
generales, a mayor conciencia fonológica
y morfológica, mejor se lee (y cuanto mejor se lee, mayor conciencia
fonológica y morfológica).
Por ello, hoy os
planteo unas actividades que podéis
hacer desde casa que tratan de fomentar la conciencia fonológica para ¡así mejorar la lectura!
Rastreador de la palabra escondida
Se propone cada
vez una pareja de palabras iguales, una bien escrita y otra con un error (que
modifique su sonido, no errores ortográficos como b/v, g/j…), como en el
ejemplo. Permite mejorar la atención que ponen los peques en los fonemas de
cada palabra (conciencia fonológica). Puedes plantear este juego con tarjetitas
hechas por ti (solo tendrías que escribir las palabras en cuadrados de papel) para
que el niño lo vea más como un juego que como deberes, y para que centre su
atención en cada par de palabras en lugar de comenzar a fijarse en las
siguientes.
Casa – Tasa
Comida – Comira
Petera – Pecera
Armadio – Armario
Reloj – Feloj
Explorador de la frase oculta
Consiste en
escribir frases pero con todas sus palabras en orden incorrecto. El niño tendrá
que reordenarlas para descubrir el mensaje oculto. Se fomenta así la conciencia
fonológica identificando mejor donde empiezan y terminan las palabras. Al igual que antes, será mucho más divertido si
escribes cada palabra en una tarjetita y se las das para que las reordene, y
podrá moverlas de un lado a otro hasta que forme una frase con sentido. Y aún
más divertido si conseguir descifrar cada frase te lleva a una nueva, como
pistas del juego
de la búsqueda del tesoro (y cuando consiga descifrar todas las frases
y llegar al final tendrías que haber escondido una pequeña recompensa).
que aventurero bajo El tendrá el mirar sofá
– El aventurero tendrá que mirar bajo el sofá
del pista la dentro encontrarás siguiente
La frigorífico – La siguiente pista la encontrarás dentro del frigorífico
jugando de mira tu Para debajo bota seguir rosa – Para seguir jugando mira debajo de tu bota rosa
Espero que os hayan gustado y servido estos juegos, y
sobre todo, ¡que lo paséis genial practicándolos en casa con vuestros peques!
¿Es difícil que
tu hijo se ponga a leer él solo, sin que nadie le insista? Aquí te damos unos
consejos que puedes poner en práctica desde casa para que a tu peque le apasione
la lectura.
1. Empieza desde que es pequeño:
Acostumbra a tu peque desde el primer día a que la lectura es parte de vuestra vida diaria. A los bebés les encanta la voz tranquilizadora de alguien leyendo en voz alta. También puedes compartir tiempo con tu hijo leyéndole un cuento cada noche, creando una nueva rutina en la que poco a poco él irá participando más activamente, hasta que llegará un momento en que le surjan por sí mismo esas ganas de leer cada noche. Así conseguirás que la lectura sea parte de su vida desde el principio, haciendo que "se enganche" por las historias ocultas en los libros desde pequeño.
2. Asegurarte de que te vean leer:
Los niños
aprenden muuuucho por observación. Si ven que sus padres, sus figuras de
referencia más importantes, se comportan habitualmente de determinada manera,
probablemente ellos acaben teniendo un comportamiento similar. Por ello, tendremos
que tener cuidado con nuestras conductas negativas (como tratar de no resolver
situaciones conflictivas o frustrantes perdiendo la paciencia y a gritos), pero
también tratar de desarrollar conductas que queremos que nuestros peques imiten
(ya sea leer libros, revistas, blogs…). Será difícil pretender “forzar” a
nuestros hijos a leer (y aún más teniendo en cuenta el esfuerzo que les supone)
si nosotros nunca leemos.
3. Regala libros:
Un regalo
siempre representa algo que se desea, que crees que la otra persona va a
valorar, se relaciona con algo positivo. Por ello, si a tus peques les regalas
libros, lo relacionaran como una “recompensa”, en lugar de como un castigo.
Muchas veces se utiliza una recompensa TRAS haber hecho el “esfuerzo” de leer,
asociando así el hecho de leer con un trabajo costoso que no se debería hacer
sin una motivación externa, como: “Si lees 15 minutos puedes salir a jugar”. Lo
que tratamos de hacer aquí es lo contrario, es hacer que la propia lectura se
convierta en una recompensa en sí misma, que sea emocionante recibir un libro y
leer.
4. Escoge libros apropiados:
En cuanto a la
dificultad de lectura, asegúrate de que es la apropiada escogiendo bien la
sección de su nivel en la biblioteca o librería. Si el libro es demasiado largo
para el niño acabará perdiendo el interés, al igual que si tiene demasiadas
palabras desconocidas. También es importante que el libro sea apasionante para
el niño, y de un tema que le interese, así no querrá parar de leer hasta que
descubra qué es lo siguiente que pasará en la historia. Buscamos que “se
enganche” a leer, que descubra lo reforzante que puede ser un libro, ya que si
se descubre la pasión por la lectura desde peque, no se verá esta tarea como
una obligación, sino como un hobby.
Una buena idea
es buscar opiniones de libros entre conocidos o páginas web, para asegurarnos
de que hacemos una buena elección.
5. Prepara un espacio de lectura:
Sera incluso
mejor si lo preparas con él, para que comparta tu entusiasmo por este proyecto.
No tiene que ser un espacio enorme, bastaría con una pequeña estantería al lado
de una silla, o una mesita en la esquina del sofá o en su habitación. Hay que
elegir un lugar con buena luz en el que podamos dejar sus libros favoritos o el
que está leyendo en ese momento, para que el pequeño sepa que, cuando desee,
tiene un sitio cómodo y acogedor para leer, con todos los libros a su alcance,
fomentando, de nuevo, su sensación de que tiene capacidad de decisión.
6. Deja que elija qué quiere leer:
Que sea él quien
tome la decisión de qué leer. Esto le dará más ganas de leer, ya que ha sido él
quien ha querido hacerlo, se sentirá más autónomo y con capacidad de decisión.
Así te asegurarás de que el tema que ha escogido le entusiasma y es el que le
apetece en ese momento. En “su biblioteca de casa” podrá elegir cualquier libro
en cualquier momento, ya que estarán siempre accesibles y adaptados a su nivel.
7. Léele tú mismo:
Esto es
suuuuuúper importante. Cuando son pequeños, y aun no saben leer, si nosotros
les leemos comenzarán a descubrir la pasión y la emoción que puede desencadenar
un libro, además de poder crear lazos más fuertes y compartir actividades placenteras
con nuestro hijo. Una vez que comienzan a leer, al principio supone un esfuerzo
grandísimo, tienen que estar más pendientes de tratar de descifrar ese lío de
letras que de disfrutar (e incluso enterarse) de la historia. Lo mismo ocurre
si nuestro peque tiene dislexia o dificultades específicas en la
lecto-escritura, la lectura se convierte más en un sacrificio que una actividad
placentera. Por ello, si nosotros les leemos podrán disfrutar de la historia, y
poco a poco podremos ir delegando en ellos alguna tarea: Como leer la frase que
diga algún personaje, luego que sean ellos los que se encarguen de algún
párrafo, luego leyendo una página cada uno... ¡Siempre asegurándonos de que el
niño está comprendiendo bien la historia!
8. Exagera en la lectura:
¡Entusiásmate!
¡Emociónate! En vez de leer con un tono monótono cada párrafo del cuento,
cambia las voces poniendo una a cada personaje, ponle emoción al cuento
enfatizando las preguntas, las exclamaciones, las aventuras, los problemas y
sus soluciones… Representa incluso el sonido del coche en caso de que aparezca
uno, de la vaca, del perro, ¡de lo que sea! Esto aumentará también el entusiasmo
de tu peque por el cuento.
9. Relee y vuelve a releer los libros
favoritos:
Ese cuento que
ya le has leído una vez y le encantó. Que le volviste a leer porque te lo
pidió. Que le leíste una vez más y comenzó a ser él mismo quien hacía las voces
de los personajes porque se lo está empezando a aprender de memoria. No
importa. Leedlo juntos las veces que haga falta. Volved a leerlo. (Reprime tu
aburrimiento si ya estás harto de leer el mismo cuento durante un mes). Esta
repetición hace que tu peque deje de ser sólo quien escucha la historia que le
lees, a que sea también quién participa, quien se sabe los diálogos y sus
partes preferidas… De nuevo creando la emoción por la lectura.
10. Llévale a la biblioteca:
Servirá para que
vea la biblioteca como un lugar conocido, al que puede ir cuando desee, y donde
encontrar miles de aventuras. Es el sitio perfecto para ver, tocar, y elegir
entre montones de opciones sin gastar nada. Que el dinero no sea un obstáculo
para la lectura. Y lo mejor es que en muchas bibliotecas programan actividades
en las que se leen cuentos para los niños que deseen ir, o se hacen actividades
de representación teatral, donde, además, podría conocer a otros niños de su
edad y seguir fomentando la pasión por la lectura.
Estas son
algunas ideas para conseguir que a tu peque le guste leer y decida hacerlo sin
tener que obligarle, disfrutando de ello en lugar de viéndolo como un castigo.
¿Se os ocurren más ideas para lograrlo? ¿Hacéis alguna otra cosa desde casa
para conseguirlo? Me encantaría saber vuestras ideas, ¡y seguro que ayudan a
más gente!
Al comenzar el aprendizaje de la lectura y la escritura
es muy frecuente que se produzcan diversos errores. Hay muchos ejercicios que
podemos realizar desde casa para tratar de solucionarlos y fomentar su aprendizaje.
Realizar divertidos ejercicios con nuestros pequeños puede ser beneficioso tanto
si sospechamos que pueden tener dislexia, así como simplemente para fomentar un
aprendizaje efectivo. No es necesario
que se confirme un diagnóstico de dislexia o dificultad de aprendizaje de la
lecto-escritura para trabajar con nuestros peques.
Algo que debemos
tener en cuenta es tratar de solucionar
las dificultades que se presenten tan pronto como sea posible, para
mantener el ritmo de aprendizaje acorde con el del resto de la clase. En caso
de que las dificultades se presenten y no se solucionen o se trabajen, éstas no
irán a mejor, sino que se irán acumulando. Inicialmente serán pocas la tareas de
la lectura que se realizarán (como reconocimiento de letras, de su sonido, de
sílabas…), pero poco a poco se irán aumentando las actividades a realizar
(lectura de palabras, de textos, comprensión lectora…). Si no superamos las dificultades
en las tareas básicas, tampoco desarrollaremos adecuadamente los siguientes
requisitos, y cuanto más tardemos en trabajarlo más problemas a tratar encontraremos.
Lo primero que
tenemos que hacer es identificar la dificultad concreta que tiene el niño, y
adaptar el ejercicio a esa dificultad. Uno de los primeros problemas que
encontramos cuando comienza el aprendizaje de la escritura es que omita alguna letra, confunda una letra con
otra, o que invierta dos letras. Para ello, una divertida actividad que
podemos hacer en casa con nuestro peque sería jugar
a los detectives de letras, para lo cual emplearemos las letras que
sabemos que al peque le cuestan más (como palabras con m y n si sabemos que las
confunde). También es una dificultad muy frecuente que se unan o fragmenten palabras al escribir una frase, para lo cual
podemos jugar
a detectives de palabras.
Otra opción muy eficaz para que el niño
adquiera la conciencia de dónde empieza y termina cada palabra consiste en
preparar una serie de frases que escribiremos con todas las palabras unidas. La
tarea del niño con dislexia, o que presente una dificultad específica en esta
actividad, será separar cada palabra de la anterior con una rayita vertical. Es
recomendable que inicialmente las oraciones que le propongamos al peque sean
muy sencillitas, para que lo haga correctamente y se sienta competente en la
tarea. Posteriormente iremos alargando las frases y poniendo palabras menos
conocidas. También es muy importante que le felicitemos siempre que lo haga
bien y que no perdamos la paciencia ni lo regañemos cuando falle. Tenemos que
recordar que no es falta de interés ni falta de atención, sino que realmente presenta
una dificultad específica que escapa a su control y le requiere más esfuerzo
que a los demás. Tenemos que ponernos en sus zapatos para darles el mayor apoyo
y comprensión.
Hay mucho que
podemos hacer para ayudar a quienes le cuesta especialmente leer y escribir
correctamente, nos encontremos frente a un diagnóstico de dislexia o simplemente ante una dificultad transitoria y que irá desapareciendo con la práctica. La solución no es ignorar el problema.
En ambos casos
(con dislexia o un aprendizaje de la lecto-escritura más lento) lo peor que
podemos hacer es pensar que el problema “se solucionará solo”, ya que así solo
conseguimos que se produzca lo conocido como “efecto bola de nieve”. Esto quiere decir que el problema, lejos de
disminuir, irá creciendo poco a poco. Al comenzar con el aprendizaje de la
lectura, puede que a los niños les cueste más alguno de los múltiples procesos
que implica la lectura, como puede ser el reconocimiento del sonido de algunas
letras, o cómo suena la combinación de una sílaba de dos letras, o de tres, o
de sílabas trabadas, el acceso al significado de las palabras, etc.
Si nos fijamos, cada uno de los pasos depende de saber
realizar correctamente el paso anterior. Por ejemplo, aprender a leer una
sílaba con dos letras requiere saber cómo suena cada letra independientemente,
para combinar sus dos sonidos y pronunciar una seguida de la otra (esto tan
solo en las llamadas lenguas
transparentes como el español, en las que a cada letra le corresponde siempre
un solo sonido, frente a las lenguas
opacas como el inglés). Vemos que para saber cómo suena la sílaba “ma”,
debemos reconocer el sonido “mmm” y el sonido “aaa”, para luego pronunciarlos
uno detrás de otro. Debemos ser capaces de leer una palabra para poder acceder
a su significado. Debemos ser capaces de entender el significado de las
palabras, para poder entender el significado de una frase…
Por ello, si no
trabajamos ese pequeño factor que inicialmente le cuesta al pequeño, lo único
que conseguiremos será que se vayan acumulando
las dificultades y retrasándose o empeorando el proceso de lectura: Ese
efecto bola de nieve del que antes hablábamos. ¿Por qué? Porque el proceso de
aprendizaje de la clase no se va a
detener, va a seguir un ritmo continuo, avanzando en la enseñanza de las
competencias que son necesarias para leer y escribir correctamente, aunque uno
de los niños aún no haya aprendido o interiorizado correctamente el paso
anterior. Esto sólo puede suponer que el siguiente paso no lo aprenderá junto
al resto de sus compañeros debido a la dificultad que ya presentaba en el paso
anterior. La implicación lógica de esta situación es que ya no sólo tendrá
dificultad en la realización de ese primer paso que le costaba, sino también en
el siguiente, que se basa en la correcta realización del anterior.
Este efecto de
acumulación de dificultades puede llegar hasta cursos más avanzados en los que la lectura y la escritura se dan por
sentados y son la base del aprendizaje de otras materias: Biología,
geografía, química, física, literatura… Todas esas asignaturas que requieren
que seamos capaces de leer eficientemente para aprender.
En conclusión, podemos
ver así lo fundamental que resulta no
quitarle importancia a estas dificultades, aunque al principio no parezcan
demasiado relevantes, y trabajar con ellas desde que se detectan para evitar
que poco a poco sean cada vez mayores.
Si la dislexia
no es detectada, puede confundirse a esa persona con alguien vago, con falta de
interés, que no trata de esforzarse en las tareas académicas… Por ello, no
debemos recibir la noticia de padecer dislexia como un peso más que llevar
sobre nuestra espalda, sino como una oportunidad
que nos permite darnos cuenta del foco de los problemas para aprender a
solucionarlos o compensarlos.
Para ello, hay
muchísimos ejercicios que podemos hacer incluso desde casa, que ayudan a
mejorar poco a poco nuestra lectura y escritura. Estos ejercicios se enfocan desde las dificultades más habituales que
padece cada persona con dislexia, para tratar de ir eliminándolas poco a
poco, hasta lograr una lecto-escritura óptima.
Por esta razón, gran
parte de los ejercicios que han demostrado su eficacia tratan de mejorar la conciencia fonológica (el
reconocimiento de que las palabras se descomponen en unidades más pequeñas: sílabas,
letras, sonidos…) de quien tiene dislexia, ya que suele ser una de sus implicaciones
más frecuente y se relaciona con una lectura y escritura más deficiente.
Algunos de estos ejercicios consisten en encontrar los fonemas comunes entre dos palabras, otros en encontrar el fonema que falta en una palabra, o en añadir fonemas para crear nuevas palabras,
por ejemplo.
Otro ejercicio que
también se centra en mejorar la conciencia fonológica consiste en presentarle
al niño dos palabras, entre las cuales tiene que elegir cuál es la correcta. Un ejemplo es darle una tarjeta que
tenga escrito dos palabras: Calamar y
Capamar. El niño tendrá que elegir, tras
leer ambas tarjetas, y seleccionar la que está escrita apropiadamente (en este
caso, redondeará la palabra “calamar”).
Se pueden
proponer tantas parejas de palabras como se quieran. Yo os dejo aquí unos
ejemplos con los que podéis practicar en casa:
Radiador – Rapiador
Zuco – Zumo
Estuche – Esluche
Tared – Pared
Mesa – Fesa
Pamel – Papel
Celocotón – Melocotón
Bolígrafo
– Botígrafo
Inicialmente es
mejor no elegir palabras que nos hagan elegir entre sonidos que se escriben
igual como b/v o g/j o la h, ya que tratamos de hacer entender al pequeño de
que a cada sonido le corresponde una determinada letra.
Pero demás,
modificando un poco este juego, podemos fomentar además la eficiencia lectora, es decir, la cantidad de palabras leídas o
escritas correctamente por unidad de tiempo (en otras palabras, intentaremos
que el niño sea capaz de leer y escribir mejor y más rápido). Para ello,
escribiremos una frase en la que una de las palabras estará en blanco, como
podéis ver en el ejemplo:
A María le gusta mucho comer…
Postadas Tosladas Tostadas Tostado
El niño tendrá
que leer la frase, la cual ya le dará una idea sobre el tipo de palabra que
vendrá a continuación (en este caso, un sustantivo. Por ejemplo, un adjetivo
como “tostado” se tendrá que descartar), y seleccionar la palabra que cree más
adecuada (en este caso, “tostadas”).
Contar con dificultades de aprendizaje de la lectura y
escritura, o dislexia, hace que algunas tareas cotidianas se vuelvan cuesta
arriba. Toca poner más empeño, más esfuerzo que los demás. Pero cada vez son
más los alumnos con dislexia que no se dan por vencidos, y que logran alcanzar
sus metas, ya sean superar la etapa escolar, llegar a la universidad, o
conseguir el trabajo de sus sueños. Todo gracias a mucho esfuerzo, a no darse
por vencidos, y seguir su camino a pesar de que muchos no confíen en sus
posibilidades, piensen que “no se esfuerzan”, o les hagan pensar que no valen.
Quien tiene dislexia vale tanto como cualquier otro.
Sin embargo, el camino a seguir se hace mucho más fácil si se
cuenta con ayuda y apoyo desde diferentes contextos. Tener la suerte de que el profesor sepa qué es la dislexia, tenga
nociones de las limitaciones que puede conllevar, y desarrolle medidas para
tratar de superarlas o compensarlas es un grandísimo punto favorable que
fomentará tanto la persistencia del pequeño como su autoestima.
Pero desde casa
también es mucho lo que se puede hacer. Lo primero, tratar de informarnos de
qué es la dislexia y qué consecuencias puede acarrear, para poder empatizar con quien la padezca. Ponernos
en su lugar. Darnos cuenta de que no es que no preste atención, no se esfuerce,
o no ponga interés, sino que realmente tiene dificultades, le cuesta más que a
los demás. Por eso, el primer punto es comprender
la situación. A partir de ahí, será más fácil armarse de paciencia, y apoyar
al pequeño con dislexia. Nuestro apoyo será beneficioso tanto desde el punto de
vista emocional (haciéndole ver que
creemos en él, y siendo
conscientes del poder de nuestras palabras), como educativo. Alguna idea que podemos poner en práctica desde casa son
algunos juegos
que mejoran la conciencia fonológica y la comprensión
lectora.
También es muy fácil de poner en práctica la llamada Lectura Conjunta (LC). Consiste, en
resumen, en leer con tus hijos para
que así logren disfrutar de la lectura, y haya más posibilidades de que ésta se
convierta en un hábito, además de ayudarles a corregir los errores que cometan. Los fundamentos en los
que se basa la Lectura Conjunta son:
-Dejar que la persona con dislexia asuma tanta
responsabilidad como le sea posible.
-Encargarnos nosotros del resto de tareas.
-En cuanto veamos que el pequeño puede realizar
alguna tarea más, se la asignamos.
La idea que es que el pequeño vaya asumiendo cada vez más de
las tareas que implica leer (y de las que los demás muchas veces no son
conscientes), hasta que sea capaz de hacer cada uno de los pasos por sí mismo.
Será el niño quien
elija qué quiere leer. Puede ser un cuento que ha leído cien veces, alguno
que le propongamos, o incluso algún libro de texto del colegio. Así le damos
autonomía, y sentirá que él también es dueño de las decisiones que le implican,
lo que aumentará su sentimiento de control.
Empezaréis estableciendo
quién se va a encargar de cada cosa. Por ejemplo, podéis decidir que él/ella leerá la primera frase, luego tú la
siguiente, y así hasta el final.
Después de la lectura de
cada frase, toca extraer su significado,
parafrasearla. Al principio serás tú quien se encargue de esa tarea, pero poco
a poco el pequeño irá adquiriendo también esta tarea (por ejemplo, primero
explicará qué quieren decir sólo sus frases, y luego también las tuyas).
Tras cada párrafo o página, se habrá de extraer un sentido conjunto del texto, es decir,
analizar qué ha pasado hasta ahora. Inicialmente también serás tú quien se
encargue, pero en cuanto veas al niño capaz, fomentaremos que sea partícipe
también de esta tarea.
Tendremos que ir dando al niño con dislexia cada vez más
responsabilidades hasta que sea capaz de hacer cada tarea por sí solo, hasta
que, a través de este proceso, consiga leer
y comprender con más autonomía.
Es de sobra conocida la relación entre la conciencia fonológica y
la habilidad lectora. Por ello, quienes tienen dislexia o dificultades de lectura suelen tener también más
dificultad en ser conscientes de las unidades más pequeñas que forman las
palabras (conciencia fonológica).
¿Por qué es tan importante este
descubrimiento? Porque este avance de investigación científica nos permite
tener ahora la certeza de que la conciencia
fonológica se puede mejorar con diversos ejercicios (con suerte, algunos de
ellos los podemos hacer divertidos). Y, de nuevo, nos podemos preguntar, ¿por
qué centrarnos en trabajar esta habilidad? Porque también se sabe que si la conciencia fonológica mejora,
¡también lo hace la lectura!
Junto al auge de tanta investigación reciente sobre la dislexia,
tenemos la suerte de que va acompañada de investigación sobre métodos para
tratar de reducir su gravedad, así como su impacto en la vida tanto académica
como cotidiana de quienes la padecen. De acuerdo con estos grandes avances,
podemos encontrar muuuuchos ejercicios o actividades dinámicas que pueden
ayudarnos a fomentar la conciencia sobre que las frases se dividen en palabras,
las palabras en sílabas, y las sílabas en fonemas (los sonidos que corresponden
a cada letra).
Pero como esta habilidad es tan
tan taaaan importante, seguimos dándoos ideas
que podéis hacer fácilmente desde casa, que no requieren demasiado
esfuerzo, y además pueden ayudar a que lo paséis bien con vuestros peques con
dislexia. Como siempre, tenemos que recodar tener muuucha paciencia y entender
que quien tiene dislexia muchas veces se está esforzando más de lo que
pensamos, y aun así no obtiene los resultados esperados, por lo que es
importante reforzar y apreciar siempre cada intento. En caso contrario, quien
padece dislexia puede llegar a pensar que “es inútil intentarlo”, o “que no
vale para ello”, cuando esto NO es cierto. Siempre se puede mejorar y lograr
una vida totalmente normal.
La
idea que os propongo probar hoy es ser exploradores
de palabras ocultas. Lo primero que tendremos que hacer es preparar una
lista de palabras que, al añadirle una letra al principio, se transformen en
otra con diferente significado. Aquí os dejo una lista de ideas que se me han ocurrido a mí:
Ojo - Cojo
Ala - Mala
Asa - Casa
Ola - Cola
Ama - Cama
Una - Cuna
Una - Luna
Oca - Roca
Ana - Rana
Ana - Cana
Ahora proponemos al niño
transformar una palabra (ola) en otra (cola). Para ello, siempre de manera oral
y sin que el pequeño vea las palabras escritas, le decimos las dos palabras.
Dejamos que el niño elija una de las dos, y nosotros nos quedamos con la otra.
Ahora rompemos nuestra palabra en sus golpes de voz o sílabas (o-la), y pedimos
al niño que haga lo mismo con la suya (co-la). Contamos el número de sílabas
(ambas tienen dos), y en un folio dibujamos tantos cuadrados como sílabas tenga
y el niño hará lo mismo en su papel. Empezando por el primer cuadrado,
comparamos nuestra sílaba alargando mucho sus sonidos (ooooooooo) con la del
niño (cccccccooooo), y luego hacemos lo mismo con el segundo cuadrado
(jjjjjjjooooo). Pedimos al niño que nos diga dónde las dos palabras son
diferentes (se diferencian sólo en la primera sílaba o cuadrado). Ahora sólo
nos falta encontrar en qué se diferencian ambas palabras, para lo cual volvemos
a alargar los sonidos del primer cuadrado de cada palabra, hasta que el niño se
de cuenta de que el fonema diferente entre ambas palabras es sólo la C del
principio de la palabra “Cojo”.
Podemos hacer el juego con
tantas palabras como se nos ocurran, y cuanto más practiquemos, más habilidad
tendrá el niño y menos esfuerzo le irá costando, ¡lo cual también acabará mejorando la lectura!
Está demostradísima la relación que hay entre el nivel de conciencia fonológica que cada
persona tiene y su habilidad lectora. Por ello, será importante que tratemos de
mejorar esta habilidad para lograr mejorar la lectura, y aún más en personas
que tienen dislexia. Y… ¿cómo lo hacemos? Hay muchísimas opciones y ejercicios
que tratan la conciencia fonológica y pueden ayudar a mejorar la lectura.
Lo primero, aunque muchos ya lo tendréis más que estudiado… ¿Qué es eso de la “conciencia fonológica”? Es
la habilidad más elemental (la primera) que tenemos que llevar a cabo para ser
capaces de leer. Hace que seamos capaces de reconocer cada sonido del que las
diferentes palabras están formadas. Primero, los niños o personas que aprenden
un idioma, serán capaces de reconocer dónde empiezan y terminan las palabras
dentro de una frase, luego, serán capaces de descubrir que cada palabra se
puede romper en fragmentos más pequeños, las sílabas. El máximo nivel de
desarrollo de la conciencia fonológica implica ser capaces de descubrir que
cada palabra está formada por los sonidos más elementales, el sonido que
corresponde a cada letra.
Poder reconocer que cada palabra se divide en los sonidos de cada letra que la compone es
la habilidad más complicada de la conciencia fonológica, pero también la más importante
para aprender a leer. Por ello, hay diversos ejercicios y juegos que tratan de
fomentar esta habilidad, como algunos
juegos de toda la vida, o el que veremos a continuación.
Tendremos que hacer o buscar una serie de dibujitos que prepararemos
en tarjetitas. Inicialmente buscaremos que sean palabras cortitas, con sólo un
par de sílabas, como de una mano, una taza, un ojo, una caja (también los
podemos buscar en internet si no se nos da demasiado bien eso de dibujar)...
Cogeremos dos de las tarjetitas, que sólo compartan uno de sus sonidos, como la
del ojo y la de la caja (que sólo comparten el sonido “j”). ¡Ahora ya podemos empezar a aprender
jugando!
Le enseñamos las dos tarjetas, y le pediremos que nombre sus
dibujos. Dejaremos que el niño elija una de las dos tarjetas o palabras, y
nosotros nos quedaremos con la otra. Si nosotros nos hemos quedado con la
tarjeta que tiene dibujado un ojo, la dividiremos en sus golpes de voz o
sílabas, dando ejemplo al niño: O-jo. A continuación, el niño habrá de dividir
en golpes de voz la suya: Ca-ja. Cada uno, dibujaremos en nuestra tarjeta
tantos cuadrados como sílabas o golpes de voz (dos cuadraditos, para ayudarnos
a liberar nuestra memoria).
A continuación, elegimos una de nuestras sílabas
(representada por un cuadradito), y el niño hace lo mismo. Pronunciamos
lentamente la sílaba que hemos elegido, alargando muchísimo los sonidos que la
componen (“Ooooo”), y pedimos al niño que haga lo mismo con la suya
(Cccccaaaaaa”). Comparamos nuestras pronunciaciones, y le preguntamos al niño
si las dos sílabas son iguales o si comparten algún sonido.
En este caso no lo hacen, así que hacemos lo mismo con el
otro golpe de voz. Alargamos los sonidos de nuestra sílaba (“Jjjjooo”) y
pedimos al niño que haga lo mismo con la suya (“Jjjjjjjaaaaa”). De nuevo, le
preguntamos al pequeño si las dos sílabas son iguales o si tienen algún sonido
que suene igual. En este caso, el niño se dará cuenta de que ambas palabras
comparten el sonido “Jjjjjj”.
Este juego fomentará que los niños se hagan conscientes de
que las palabras se componen de unidades más pequeñas (sílabas y sonidos), y
que diferentes palabras pueden estar compuestas por los mismos sonidos. Se
impulsará así el desarrollo de la conciencia fonológica, que, como ya sabemos,
influye muchísimo en la capacidad lectora, implicando que a mayor conciencia fonológica, ¡mejor leemos!
La autoestima es fundamental para lograr que estemos seguros de nosotros mismos, que tengamos relaciones más satisfactorias con los demás, así como un comportamiento más positivo, mayor rendimiento académico... Por ello, os propongo unos ejercicios para hacer en familia y lograr que nuestra autoestima sea más positiva, queriéndonos con nuestras potencialidades y limitaciones.
Tener una alta
autoestima nos ayudará a protegernos de las adversidades, y a luchar con más fuerza
cuando se nos presenten. Así, será todavía más importante tratar de potenciar
nuestra autoestima en el caso de tener dificultades de aprendizaje de la
lectura, ya que, por si fuese poco sólo con la dislexia, en muchas ocasiones
viene acompañada por una autoestima dañada.
Nuestra autoestima
depende de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos en las diferentes
dimensiones de nuestra vida, y por nuestra valoración sobre cada una. Será importante
conocer algunos ejercicios para potenciarla autoestima a nivel social (como los que tenéis en el enlace), pero también
a nivel familiar, ya que en muchas ocasiones la dislexia acaba apoderándose de toda la atención en la familia, haciendo
que en ocasiones se olviden las grandes capacidades de cada miembro, lo cual
acaba generando muchas tensiones.
Por ello, hoy os
propongo algunas divertidas dinámicas
para hacer con vuestros pequeños con dislexia y fomentar la autoestima de toda
la familia, ¡sin necesidad de moveros de casa!
EL JUEGO DE LAS SILLAS
Si queréis jugar
a esto en casa, ¡cuidado de no hacerlo al lado de nada que se pueda romper! ¿Y
esto por qué? Porque por un rato tendremos que eliminar la norma de no correr
por casa… Como en el juego de las sillas que seguro que conoceréis, haremos un
círculo con ellas, poniendo una menos de los que seamos jugando (y cuantos más
seamos, ¡mejor!). Se pondrá música, y cuando ésta pare, toda la familia tendrá
que correr a buscar asiento. Lógicamente, alguien quedará sin encontrar sitio,
pero seguro que no le importa “perder”. Esta persona se colorará en el centro
del círculo, y todos los demás tendrán que decirle una cosa que les gusta de
ella (lo mucho que ayuda en las tareas del hogar, cuánto alegra al resto de la
familia, lo mucho que les gusta lo contento que está por las mañanas…).
Seguiremos con el juego hasta que al menos todos los participantes hayan “perdido”
una vez.
ANTES Y AHORA
Todos los miembros
de la familia que quieran participar tendrán que sentarse en círculo, y pensar
un aspecto en el que quien tengan a la derecha ha mejorado con el paso del
tiempo. Puede ser algo importante, o pequeñas cositas (desde un cambio de
trabajo, a que ahora sabe hacer la cama mejor, o se acuerda de lavarse los
dientes sin que nadie se lo recuerde, o una comida nueva que se ha aprendido a
hacer). Así, toda la familia, tuviese la autoestima más alta o más baja, se
sentirá más competente al darse cuenta de que, en muchas ocasiones, sin
proponérnoslo, hemos mejorado. Entonces, si encima nos lo proponemos, ¿no
podríamos mejorar todavía muchísimo más y en diversos aspectos?
Las dificultades de aprendizaje, como la dislexia, pueden implicar
que la valoración que hacemos de nosotros mismos, nuestra autoestima, se vea
dañada. Por ello, será importante fomentar la autoestima de cada niño desde
todos los contextos posibles.
Todos, desde pequeños, tenemos un conjunto de ideas,
creencias y actitudes sobre nosotros mismos. Es el conjunto de atribuciones que
definen quiénes somos, nuestro autoconcepto.
Por otra parte, cada uno hacemos una valoración sobre
nosotros mismos, una valoración sobre quiénes somos, determinando esto nuestra autoestima.
La autoestima de cada persona está formada por varias
dimensiones, incluyendo cómo valoramos nuestra imagen física y nuestra
habilidad, cómo valoramos nuestra situación social, familiar, y por supuesto,
nuestra situación académica.
En el caso de los estudiantes con dislexia, en cuanto se
comienza a trabajar con la lectura, tanto ellos mismos como sus propios
compañeros comienzan a ser conscientes de que algo pasa, de que no aprenden como
los otros niños de su clase. Esto puede dañar la autoestima:
-A nivel
académico, al verse menos competentes que los demás.
-A nivel social,
por la posibilidad de que sus compañeros le vean como diferente, o que él mismo
decida aislarse porque ya se ha deteriorado su autoestima en otros niveles y piensen que todo se les da mal, que no son buenos en nada.
-A
nivel familiar, por un inicial desconocimiento sobre qué sucede (no se nace sabiendo que se tiene dislexia), así como debido al gran nivel de esfuerzo que se requiere
desde la familia. Es posible que el niño sienta que todo lo hace mal, que
generalice sus dificultades.
Por ello, será importante tratar de aumentar la autoestima en todos los niveles o dimensiones posibles.
La autoestima a nivel académico
aumentará a medida que el niño vaya mejorando su competencia lectora y de
escritura con el trabajo que realizamos continuamente con él (aquí os dejo algunas
ideas para mejorar
la comprensión lectora, o mejorar
la escritura de palabras). Por ello, en este post comenzaremos proponiendo
algunas divertidas actividades para
tratar de mejorar la autoestima a nivel
socialen niños con dislexia o dificultades de aprendizaje de la
lecto-escritura. En la próxima entrada propondremos otras dinámicas para mejorar la
autoestima a nivel familiar, que,
como hemos visto, también puede deteriorarse.
LA TELARAÑA DE LA RED SOCIAL:
Una dinámica muy utilizada y divertida consiste en que toda
la clase se coloque en un círculo, teniendo uno de los alumnos un ovillo de
lana en la mano. La primera persona, agarra un extremo y lanza el ovillo de
lana a otra persona cualquiera del círculo, a la vez que dice una buena
cualidad suya (sé cocinar, ayudo a mi
madre a quitar la mesa, tengo un pelo muy bonito, ayudo siempre a mis amigos…).
Cada vez que alguien recibe el ovillo, rodea su cuerpo con él, y antes de
volver a lanzárselo a otra persona, dirá algo positivo que sabe hacer o algo
bueno de sí mismo, en voz muy alta y firme.
Cuando todos hayan dicho al menos una o dos cosas positivas
sobre sí mismos, habremos formado dentro del círculo una telaraña de lana, una
red entre todos nosotros que será fuerte y estable. Si una persona tira de una
de las cuerdas de la telaraña, todos los demás sentirán la tensión. Si se rompe
una sola cuerda del círculo, toda la telaraña caerá. Esto representa la
importancia de que todos se sientan bien consigo mismos y con los otros para
que un grupo funcione.
Otra alternativa es que al tirar el ovillo de lana el alumno
diga algo bueno sobre el compañero al cual se lo está lanzando, fomentando así
que todos se den cuenta de que los demás ven características buenos en ellos,
evitando que ninguno de los estudiantes piense que sólo tiene cosas malas.
EL ABANICO DE LA AUTOESTIMA:
Esta dinámica también es muy conocida porque es súper
efectiva con muchos tipos de grupos, desde niños pequeños hasta adultos.
Para llevarla a cabo se colocarán las mesas en clase haciendo
un gran rectángulo para que todos los compañeros se puedan ver entre sí. Cada
uno tendrá un folio, y lo doblará en abanico, es decir, haciendo pequeños
dobleces cada vez hacia un lado, hasta que quede como se ve en la foto. Si los
niños son muy pequeños, la profesora o adulto que esté con ellos les puede
ayudar en la tarea. Cada uno pone su nombre en el primer doblez que queda fuera
del abanico, siendo visible. Cuando el profesor cuenta hasta tres, se pasa el
abanico al compañero de la derecha, de manera que todos tengan el folio de otra
persona. Cada uno tendrá que escribir un aspecto positivo del dueño del abanico
(sabrá de quién es porque está escrito su nombre), ya sea de algo que se le da
bien hacer, algo de su aspecto físico que le gusta, cualquier cosa positiva. El
profesor vuelve a contar hasta tres, y se pasa el abanico hacia la derecha de
nuevo, repitiendo el proceso hasta que cada abanico vuelve a su dueño, lleno de
cosas positivas que los demás piensan sobre él. Lo desdoblamos, y leemos todo
lo que nuestros compañeros ven positivo en nosotros.
Esta dinámica ayuda a ver que aunque todos tenemos cosas que
se nos dan peor, SIEMPRE hay cosas que se nos dan fenomenal, y que aunque todos
somos distintos, todos somos buenos en algo.
Los
juegos de siempre, esos a los que jugabas cuando eras niño con tus padres o tus
abuelos, como el “veo veo” o las “palabras encadenadas” pueden ser
buenísimos para mejorar la lectura en niños con dificultades para leer y
escribir o dislexia.
No, no,
¡que no me lo estoy inventando! Sus poderes educativos se esconden tras la
diversión de un juego que, aparentemente, no es didáctico, pero contribuye
muchísimo a mejorar una de las habilidades más importantes para la lectura (y
por lo tanto, para la dislexia).
Si
nos paramos un poco a analizar estos juegos, vemos que, para poder jugar, es necesario
tener lo que se llama conciencia
fonológica. Básicamente consiste en darse cuenta de que las palabras se
pueden romper en sonidos más pequeños (como sílabas o sonidos de letras), lo
que es fundamental para aprender a leer
y a escribir. Cuando oímos una palabra, tendremos que dividirla en los
sonidos para poder identificar sus letras y escribirlas. Lo mismo al ver las
palabras escritas, tendremos que ver que a cada letra le corresponde un sonido
y juntarlos. Se sabe que en los pequeños con dislexia la conciencia fonológica
está desarrollada un poco por detrás de quienes no la padecen, y que
mejorándola puede mejorar la lectura y escritura, así que… ¡A trabajar! (¿O a
jugar?). Y si os interesa, aquí podréis encontrar otras
ideas y juegos para mejorar la conciencia fonológica.
Ambos
juegos podemos adaptarlos al nivel que
tenga el niño en esta conciencia fonológica. Se desarrollará primero la
conciencia silábica o de las sílabas (encontrar las sílabas en las que se
dividen las palabras). Para trabajar en este nivel, en el Veo Veopodemos decir “Veo
veo una cosita que empieza por las letritas CA”. Y el niño tendrá que
buscar en su cabeza todas las palabras que conozca que empiecen por esos
sonidos, hasta encontrar la que buscamos. De la misma manera, en las Palabras Encadenadas, tras decir la
palabra CASA, el niño tendrá que encontrar alguna palabra que empiece por la
sílaba “sa”.
Si
las sílabas las tiene dominadas, trabajaremos los sonidos de letras (o
fonemas), que son todavía más importantes en la dislexia. Al jugar alVeo Veo, las pistas que le daremos al
niño serán de una sola letra, como “Veoveo una cosita que empieza por la letrita
C”. Lo mismo en las Palabras Encadenadas,
donde tendrá que buscar una palabra que empiece por “a” al decir nosotros la
palabra “casa”.
Así
que, como recomendación para cualquier ratito libre, ¡jugad y divertíos con
vuestros niños con dislexia! (y casi sin que se den cuenta, les estaréis
ayudando un montón).