Las dificultades de aprendizaje, como la dislexia, pueden implicar
que la valoración que hacemos de nosotros mismos, nuestra autoestima, se vea
dañada. Por ello, será importante fomentar la autoestima de cada niño desde
todos los contextos posibles.
Todos, desde pequeños, tenemos un conjunto de ideas,
creencias y actitudes sobre nosotros mismos. Es el conjunto de atribuciones que
definen quiénes somos, nuestro autoconcepto.
Por otra parte, cada uno hacemos una valoración sobre
nosotros mismos, una valoración sobre quiénes somos, determinando esto nuestra autoestima.
La autoestima de cada persona está formada por varias
dimensiones, incluyendo cómo valoramos nuestra imagen física y nuestra
habilidad, cómo valoramos nuestra situación social, familiar, y por supuesto,
nuestra situación académica.
En el caso de los estudiantes con dislexia, en cuanto se
comienza a trabajar con la lectura, tanto ellos mismos como sus propios
compañeros comienzan a ser conscientes de que algo pasa, de que no aprenden como
los otros niños de su clase. Esto puede dañar la autoestima:
-
A nivel
académico, al verse menos competentes que los demás.
- A nivel social,
por la posibilidad de que sus compañeros le vean como diferente, o que él mismo
decida aislarse porque ya se ha deteriorado su autoestima en otros niveles y piensen que todo se les da mal, que no son buenos en nada.
- A
nivel familiar, por un inicial desconocimiento sobre qué sucede (no se nace sabiendo que se tiene dislexia), así como debido al gran nivel de esfuerzo que se requiere
desde la familia. Es posible que el niño sienta que todo lo hace mal, que
generalice sus dificultades.
Por ello, será importante tratar de aumentar la autoestima en todos los niveles o dimensiones posibles.
La autoestima a nivel académico
aumentará a medida que el niño vaya mejorando su competencia lectora y de
escritura con el trabajo que realizamos continuamente con él (aquí os dejo algunas
ideas para mejorar
la comprensión lectora, o mejorar
la escritura de palabras). Por ello, en este post comenzaremos proponiendo
algunas divertidas actividades para
tratar de mejorar la autoestima a nivel
social en niños con dislexia o dificultades de aprendizaje de la
lecto-escritura. En la próxima entrada propondremos otras dinámicas para mejorar la
autoestima a nivel familiar, que,
como hemos visto, también puede deteriorarse.
LA TELARAÑA DE LA RED SOCIAL:
Una dinámica muy utilizada y divertida consiste en que toda
la clase se coloque en un círculo, teniendo uno de los alumnos un ovillo de
lana en la mano. La primera persona, agarra un extremo y lanza el ovillo de
lana a otra persona cualquiera del círculo, a la vez que dice una buena
cualidad suya (sé cocinar, ayudo a mi
madre a quitar la mesa, tengo un pelo muy bonito, ayudo siempre a mis amigos…).
Cada vez que alguien recibe el ovillo, rodea su cuerpo con él, y antes de
volver a lanzárselo a otra persona, dirá algo positivo que sabe hacer o algo
bueno de sí mismo, en voz muy alta y firme.
Cuando todos hayan dicho al menos una o dos cosas positivas
sobre sí mismos, habremos formado dentro del círculo una telaraña de lana, una
red entre todos nosotros que será fuerte y estable. Si una persona tira de una
de las cuerdas de la telaraña, todos los demás sentirán la tensión. Si se rompe
una sola cuerda del círculo, toda la telaraña caerá. Esto representa la
importancia de que todos se sientan bien consigo mismos y con los otros para
que un grupo funcione.
Otra alternativa es que al tirar el ovillo de lana el alumno
diga algo bueno sobre el compañero al cual se lo está lanzando, fomentando así
que todos se den cuenta de que los demás ven características buenos en ellos,
evitando que ninguno de los estudiantes piense que sólo tiene cosas malas.
EL ABANICO DE LA AUTOESTIMA:
Esta dinámica también es muy conocida porque es súper
efectiva con muchos tipos de grupos, desde niños pequeños hasta adultos.
Para llevarla a cabo se colocarán las mesas en clase haciendo
un gran rectángulo para que todos los compañeros se puedan ver entre sí. Cada
uno tendrá un folio, y lo doblará en abanico, es decir, haciendo pequeños
dobleces cada vez hacia un lado, hasta que quede como se ve en la foto. Si los
niños son muy pequeños, la profesora o adulto que esté con ellos les puede
ayudar en la tarea. Cada uno pone su nombre en el primer doblez que queda fuera
del abanico, siendo visible. Cuando el profesor cuenta hasta tres, se pasa el
abanico al compañero de la derecha, de manera que todos tengan el folio de otra
persona. Cada uno tendrá que escribir un aspecto positivo del dueño del abanico
(sabrá de quién es porque está escrito su nombre), ya sea de algo que se le da
bien hacer, algo de su aspecto físico que le gusta, cualquier cosa positiva. El
profesor vuelve a contar hasta tres, y se pasa el abanico hacia la derecha de
nuevo, repitiendo el proceso hasta que cada abanico vuelve a su dueño, lleno de
cosas positivas que los demás piensan sobre él. Lo desdoblamos, y leemos todo
lo que nuestros compañeros ven positivo en nosotros.
Esta dinámica ayuda a ver que aunque todos tenemos cosas que se nos dan peor, SIEMPRE hay cosas que se nos dan fenomenal, y que aunque todos somos distintos, todos somos buenos en algo.
Belén Tomé - Psicóloga
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