Poco a poco se
está averiguando mucho más sobre la dislexia,
una dificultad ESPECÍFICA del aprendizaje
de la lectura y escritura. Aún queda mucho por avanzar, al menos está
dejando de ser un factor completamente desconocido, y, por tanto, no
identificado. Esto supone que con este avance se está logrando que esta
dificultad de aprendizaje deje de asignarse a otras causas y mejore su
reconocimiento.
Aquí vemos un
breve resumen de qué supone la dislexia,
y algunos errores comunes que se
relacionan con la dislexia o dificultad específica del aprendizaje, por falta
de conocimiento:
Qué no es
la dislexia: Alguien con dislexia no es “tonto”. No tiene una inteligencia inferior a la de sus compañeros
de su misma edad.
Qué sí es
la dislexia: Es una dificultad
específica para el aprendizaje de la lectura y escritura, que no afecta a
otras áreas del aprendizaje (aunque esta dificultad, a largo plazo, puede
dificultad el aprendizaje de materia que se basen en la lectura de textos).
Qué no es
la dislexia: Alguien con dislexia no es alguien vago. Durante muchos años el desconocimiento de la dislexia y su
falta de investigación suponía que los profesores pensaban que aquellos niños a
los que les costaba más leer o aprender otras asignaturas que se basan en el
aprendizaje de textos, eran vagos, no se esforzaban y por eso no aprendían. Eso
sólo conlleva que estos niños, que en realidad muchas veces se esfuerzan más
que los demás, terminen por frustrarse y realmente abandonan sus esfuerzos. Por
eso es importante identificarlo y buscar la ayuda necesaria.
Qué sí es
la dislexia: Tener dislexia implica que habrá que esforzarse un poco más
que los demás para aprender las mismas reglas de lectura, como el sonido que tiene
cada letra, cómo se pronuncia cada grupo de letras o sílabas, etc. Esto requerirá
practicar más que para sus compañeros de clase.
Qué no es
la dislexia: En incontables ocasiones se asume que el diagnóstico de
dislexia supone una condena al fracaso, una imposibilidad de aprender, de conseguir
éxito académico o laboral.
Qué sí es
la dislexia: No, no y no. Hay tantísimos ejemplos de personas mundialmente
exitosas que desvelan su dislexia. Algunos son Pablo Picasso, John Lennon, Orlando
Bloom o Einstein. La dislexia no impide el éxito. Esto no significa que todos
vayamos a ser famosisímos, pero sí son ejemplos de que con esfuerzo se puede salir
adelante y seguir una vida cotidiana completamente normal realizando los más
diversos trabajos.
Qué no es
la dislexia: La dislexia se puede “curar”.
Qué sí es
la dislexia: En realidad, la dislexia es un trastorno con base neurobiológica,
lo que significa que es algo con lo que siempre se va a convivir. Probablemente
no serán aficionados a la lectura, pero esto no supone una condena al fracaso,
como ya hemos visto, sino que se necesitará intervención temprana y técnicas
apropiadas de aprendizaje para compensar las dificultades.
Qué no es
la dislexia: La culpa es de los profesores o padres, que no les han sabido enseñar
bien o no han fomentado la lectura en casa.
Qué sí es
la dislexia: Una persona tendrá dislexia independientemente del método de
enseñanza se utilice. Lo que sí es cierto es que hay determinadas técnicas de enseñanza
que sí pueden fomentar la mejora en la dislexia (las que se basan en la relación
de las letras o grafías con cada sonido o fonema), pero, como ya sabemos, la
dislexia estará ahí igualmente.
Encontrarse
ante una situación de dificultad de
aprendizaje de la lectura o escritura supone, en muchos casos, estar desorientado. No suele ser algo que
entre en los planes, no se prevé. Por ello, inicialmente es difícil saber cómo
actuar, qué pasos seguir. Lo primordial es tener en cuenta que durante el
aprendizaje de la lecto-escritura cada
niño lleva un ritmo, y eso no implica necesariamente que por ser más lento vaya
a tener dislexia.
Sin
embargo, sea o no dislexia el diagnóstico final, ante estos casos lo más
recomendable siemprees NO ignorarlo. El diagnóstico
definitivo de la dislexia puede demorarse incluso varios cursos (al menos hasta
2º o 3º de primaria, cuando la lectura debería estar interiorizada), y el mejor momento para intervenir sobre las
dificultades de aprendizaje de la lectura son las edades más tempranas. Si
finalmente la dislexia se confirma, habremos aprovechado la mejor época para
intervenir, y, en caso de que no lo sea, sólo habremos colaborado a mejorar la
lecto-escritura. Aquí tenéis algunas orientaciones
que podéis seguir si os encontráis ante un caso similar a este y no
sabéis cómo reaccionar ni qué podéis hacer.
Desde
casa no sólo nos tendremos que resignar a mirar cómo avanza o no nuestro hijo
en la lectura y escritura. Tenemos la opción de colaborar codo con codo con nuestropeque, y ayudarle en lo que podamos, que vea que estamos de su
lado. Actualmente la intervención se centra sobre el fomento
de la conciencia fonológica.
En caso de que finalmente se confirme el diagnóstico de dislexia en nuestro peque, acudirá a algún tipo de intervención en el cole o en otro centro, y podremos hablar con ellos
y pedir orientación sobre qué podemos hacer desde casa, ya que serán
específicas para sus dificultades concretas.
Aquí
os propongo algunas ideas que se centran
en la mejora de la conciencia fonológica y ayudan a mejorar así el nivel de
lectura, tanto de personas con dislexia como sin ella. Lo más básico y
primero que el peque tiene que lograr es aprender a identificar las sílabas o golpes
de voz y trabajar con ellas.
-Segmentación en sílabas: La actividad
más sencilla y la primera que debe aprenderse es reconocer cada sílaba que
tiene una palabra. Para ello, tendremos una serie de palabras preparadas en
tarjetitas individuales (inicialmente palabras cortitas y sencillas y luego
aumentando su dificultad). En cada tarjeta el peque deberá romper cada palabra
en sus sílabas. Inicialmente, si le cuesta, le ayudaremos dando un golpe en la
mesa por cada sílaba. Luego será él quien de los golpes para que le ayuden,
hasta que finalmente no le haga falta ninguna ayuda. Ejemplo: “Caracol” sería “ca-ra-col”.
-Omitir una sílaba: Esta tarea implica, además
de reconocer cada sílaba, la memoria de trabajo, es decir, la capacidad de
operar con ellas. Para ello, con cada tarjeta el peque deberá eliminar la
sílaba de la palabra que le digamos. Si, por ejemplo, con la palabra “caracol”,
le pedimos que elimine la segunda sílaba, el resultado sería “ca-col”.
-Sustituir una sílaba: Es una variación
del ejercicio anterior. Su tarea será que en cada palabra tendrá que sustituir
la sílaba que le indiquemos por otra. Un ejemplo sería que cambie la segunda
sílaba de la palabra “caracol” por “si”, y el resultado sería “ca-si-col”.
-Encontrar la sílaba común: En este caso
tendremos dos palabras que tengan una sílaba en común. Se las leeremos al peque,
quien tendrá que encontrar esa parte de la palabra que suena igual en las dos.
Por ejemplo, con la palabra “caracol” y la palabra “colmena”, la sílaba común es
“col”.
-Ordenar las sílabas: En este caso
habremos escrito cada sílaba en un pedacito de papel, y se las daremos al niño
sin que estén en orden. Lo que tendrá que hacer será reordenarlas para
conseguir formar una palabra con sentido. Por ejemplo, habría que formar la
palabra “caracol” con las sílabas “col”, “ra” y “ca”.
Espero
que estas actividades os hayan sido de ayuda para tener más ideas de cómo
podéis ayudar a vuestros peques desde casa. Como siempre, ¡armaros de paciencia
y a aprender jugando y compartiendo tiempo con ellos!
Es mucho lo que
se puede ayudar desde casa para tratar de superar las dificultades que plantea
la dislexia. Durante los últimos años se ha mostrado mucho más interés por la
dislexia y sus implicaciones (antes el interés era nulo y simplemente se tomaba
a estas personas por vagos o “tontos”), y gracias
a recientes investigaciones científicas se conoce mejor qué
es la dislexia, y qué factores están relacionados con ella.
Ahora está más
que demostrado que el nivel de conciencia morfológica (ser consciente de las
estructuras que forman las palabras) y, sobre todo, el de conciencia
fonológica(ser consciente de las unidades de sonido que forman la
palabras, las sílabas, las letras…) que tiene cada persona se relaciona con su
habilidad de lectura. En términos
generales, a mayor conciencia fonológica
y morfológica, mejor se lee (y cuanto mejor se lee, mayor conciencia
fonológica y morfológica).
Por ello, hoy os
planteo unas actividades que podéis
hacer desde casa que tratan de fomentar la conciencia fonológica para ¡así mejorar la lectura!
Rastreador de la palabra escondida
Se propone cada
vez una pareja de palabras iguales, una bien escrita y otra con un error (que
modifique su sonido, no errores ortográficos como b/v, g/j…), como en el
ejemplo. Permite mejorar la atención que ponen los peques en los fonemas de
cada palabra (conciencia fonológica). Puedes plantear este juego con tarjetitas
hechas por ti (solo tendrías que escribir las palabras en cuadrados de papel) para
que el niño lo vea más como un juego que como deberes, y para que centre su
atención en cada par de palabras en lugar de comenzar a fijarse en las
siguientes.
Casa – Tasa
Comida – Comira
Petera – Pecera
Armadio – Armario
Reloj – Feloj
Explorador de la frase oculta
Consiste en
escribir frases pero con todas sus palabras en orden incorrecto. El niño tendrá
que reordenarlas para descubrir el mensaje oculto. Se fomenta así la conciencia
fonológica identificando mejor donde empiezan y terminan las palabras. Al igual que antes, será mucho más divertido si
escribes cada palabra en una tarjetita y se las das para que las reordene, y
podrá moverlas de un lado a otro hasta que forme una frase con sentido. Y aún
más divertido si conseguir descifrar cada frase te lleva a una nueva, como
pistas del juego
de la búsqueda del tesoro (y cuando consiga descifrar todas las frases
y llegar al final tendrías que haber escondido una pequeña recompensa).
que aventurero bajo El tendrá el mirar sofá
– El aventurero tendrá que mirar bajo el sofá
del pista la dentro encontrarás siguiente
La frigorífico – La siguiente pista la encontrarás dentro del frigorífico
jugando de mira tu Para debajo bota seguir rosa – Para seguir jugando mira debajo de tu bota rosa
Espero que os hayan gustado y servido estos juegos, y
sobre todo, ¡que lo paséis genial practicándolos en casa con vuestros peques!
Son muchísimos
los casos de padres preocupados, sospechando
que su hijo tiene dislexia o algún tipo de dificultad en el colegio, preguntándose
qué es lo que tienen que hacer.
Percibir que tu
hijo no rinde en clase a pesar de esforzarse mucho, o que empieza a rechazar actividades
relacionadas con la lectura porque no consigue resultados por mucho empeño que
le ponga puede hacernos sospechar que
nuestro peque tiene dislexia.
Si nos
encontramos ante una situación similar cabe preguntarnos ¿Qué debo hacer?
¿Cuáles son los pasos a seguir? Aquí os
propongo una guía orientativa, pero lo más importante es que no ignoréis el
problema ni penséis que se solucionará solo, ya que en muchas ocasiones no es
así y solo conseguiremos frustrarnos y fomentar una baja autoestima en nuestro
peque.
1.Estar informados.
La dislexia NO es una sentencia que va a
condicionar tu vida al fracaso. NO significa que seas poco inteligente. NO
quiere decir que no sirvas para estudiar y no puedas tener un buen trabajo. La dislexia implica una dificultad
ESPECÍFICA para aprender a leer y escribir. Esa persona es perfectamente
normal, pero que su capacidad para aprender a leer y escribir está por debajo de
que lo que se esperaría por su inteligencia, la cual NO es inferior a la de sus
compañeros que sí saben leer (de hecho muchísimas personas con dislexia son muy
inteligentes y logran un gran éxito). Es decir, sólo le cuesta
la lectura y la escritura. Sin embargo, también debemos ser conscientes de que
muchas asignaturas basan su aprendizaje en libros de texto que requieren de su
lectura para su aprendizaje (historia, lengua…), por lo que, si
no se actúa, esta dificultad acabará afectando también en otras áreas.
2.Conocer las posibles señales de alerta.
Hay indicadores muy diversos, aunque también niños
sin dislexia pueden presentar alguna de estas características, por lo que estas
señales no deben tomarse como una confirmación absoluta. Las más relevantes y
frecuentes son las siguientes:
- Conocer el nombre de las letras.
- Conciencia fonológica:
Ser capaz de reconocer cada sonido del que las palabras están formadas. Es
necesario para ser capaces de transcribir cada letra a su sonido (lectura), y
cada sonido a una letra (escritura). Presentar muchas omisiones (“atata” en
lugar de “patata”), inversiones (“soaf” en lugar de “sofá”) o sustituciones (“tando”
en lugar de “mando”) son algunos ejemplos. Es diferente si nos encontramos ante
muchas faltas de ortografía (h, v/b, g/j…) ya que, aunque se representan con
diferentes letras, su sonido es el mismo. Eneste
enlace tenéis mucha más info sobre la conciencia fonológica.
- Memoria de trabajo:
Es la capacidad de almacenar y manipular información en nuestra memoria. Para
escribir una palabra debemos descomponerla en sílabas (ta-za), tomar la primera
sílaba (ta), y descomponerla en los sonidos de sus letras (t-a), para recordar
la forma en la que se escribía la primera (t), luego la segunda (a), luego
pasar a la siguiente sílaba (za), etc.
- Velocidad de
denominación: Velocidad con la que somos capaces de recuperar el nombre de
objetos familiares de nuestra memoria a largo plazo. Se sabe que una baja
velocidad de denominación se relaciona con la dislexia.
3.Consultarlo con profesores y equipo de orientación.
Ante estos casos
es primordial hacer saber nuestras sospechas a los profesores del niño y contactar
con el orientador o psicólogo del centro escolar. Ante el primer indicio. Esto nos ayudará a confirmar o no nuestras sospechas, así como
a conseguir el apoyo yadaptaciones
en caso de que sean necesarias. Si no tuviésemos la suerte de contar con esos
profesionales en el propio cole o no se lograse una respuesta satisfactoria, se debe asistir a
un Centro Psicopedagógico, asociación o gabinete profesional donde podrán comprobar si vuestro peque padece o no los
síntomas característicos de la dislexia y podrán orientarnos en cómo procederán en su intervención y cómo debemos actuar desde casa.
Un diagnóstico preciso de dislexia no
puede realizarse hasta al menos 2º o 4º de Educación Primaria, cuando el
aprendizaje de la lectura y escritura comienza a ser más estable. Su
diagnóstico se basará en la observación de una gran diferencia entre sus
capacidades generales (las cuales deben encontrarse dentro de la normalidad) y
su capacidad lectora.
4.Actuar se diagnostique o no.
Es posible que
desde nuestra primera sospecha de dislexia hasta que se confirme el diagnóstico
pase mucho tiempo. Inicialmente por querer quitarle importancia a la situación (negar el problema), por valorar si es “tan
serio” como para consultar a un profesional (si tienes dudas, es suficientemente serio), y porque un diagnóstico preciso no
se puede realizar hasta que el niño esté al menos en 2º de Primaria... Lo que
no podemos hacer mientras se confirma o no el diagnóstico “esperar a que madure y se le pase”, ya que
son necesarias ayudas e intervención, y los mejores resultados se van a obtener
a edades muy tempranas. Incluso aunque finalmente el pequeño no padezca
dislexia, la ayuda profesional (y nuestra colaboración), habrán ayudado igualmente a mejorar su capacidad
lectora. Nunca es negativo intervenir para mejorar.
5.Buscar tratamiento y adaptación.
Tenemos que ser
conscientes de que no hay un protocolo estandarizado de intervención que sea
útil para todas y cada una de las personas con dislexia. Nadie te va a poder decir: "Ante la dislexia hay que hacer esto". No. Cada niño tendrá problemas en unas tareas concretas que el profesional deberá evaluar para posteriormente intervenir sobre ellas. Por ello, el proceso a seguir
siempre va a requerir una evaluación
individualizada de cada niño para conocer con precisión cuáles son todas y
cada una de sus dificultades respecto a la lectura y la escritura, en qué nivel
se encuentra en cada habilidad, para, posteriormente, centrarnos en su
tratamiento e intervención.
Mientras tanto,
en el nivel escolar se requerirá una adaptación
no significativa, lo que quiere decir que el niño tendrá los mismos
objetivos y contenidos escolares que sus compañeros, pero su acceso a estos
debe ser diferente (para evitar, por ejemplo, la dificultad que supone para un niño con dislexia estudiar historia aunque se le de genial esa asignatura, ya que se basa en la lectura del libro de texto). Para ello los profesores deberán estar informados sobre la
dislexia y las adaptaciones escolares, algo que, desgraciadamente, no siempre
ocurre.
6.Participar en el tratamiento desde casa.
Lo primero que tenemos que hacer como padres es
normalizar la situación. Ayudarle a entender que él no es menos válido ni menos
inteligente que el resto de sus compañeros. Ayudarle a entender que su dificultad
afecta específicamente a la lectura, pero que trabajando con los
profesionales que se encarguen de su intervención y nuestro apoyo tendrá el mismo éxito que los
demás. Será muy positivo, si el niño está de acuerdo, explicarle al resto de
sus compañeros su situación para lograr su comprensión y ayuda, en lugar de que
la dislexia sea fuente de burlas innecesarias.
Realizar diversos ejercicios o tareas en casa junto a
nuestros peques siempre será de ayuda, pero teniendo en cuenta que es muy importante
armarse de paciencia, y que fallar muchas veces solo es un camino un poco más
largo hacia el éxito.
¿Es difícil que
tu hijo se ponga a leer él solo, sin que nadie le insista? Aquí te damos unos
consejos que puedes poner en práctica desde casa para que a tu peque le apasione
la lectura.
1. Empieza desde que es pequeño:
Acostumbra a tu peque desde el primer día a que la lectura es parte de vuestra vida diaria. A los bebés les encanta la voz tranquilizadora de alguien leyendo en voz alta. También puedes compartir tiempo con tu hijo leyéndole un cuento cada noche, creando una nueva rutina en la que poco a poco él irá participando más activamente, hasta que llegará un momento en que le surjan por sí mismo esas ganas de leer cada noche. Así conseguirás que la lectura sea parte de su vida desde el principio, haciendo que "se enganche" por las historias ocultas en los libros desde pequeño.
2. Asegurarte de que te vean leer:
Los niños
aprenden muuuucho por observación. Si ven que sus padres, sus figuras de
referencia más importantes, se comportan habitualmente de determinada manera,
probablemente ellos acaben teniendo un comportamiento similar. Por ello, tendremos
que tener cuidado con nuestras conductas negativas (como tratar de no resolver
situaciones conflictivas o frustrantes perdiendo la paciencia y a gritos), pero
también tratar de desarrollar conductas que queremos que nuestros peques imiten
(ya sea leer libros, revistas, blogs…). Será difícil pretender “forzar” a
nuestros hijos a leer (y aún más teniendo en cuenta el esfuerzo que les supone)
si nosotros nunca leemos.
3. Regala libros:
Un regalo
siempre representa algo que se desea, que crees que la otra persona va a
valorar, se relaciona con algo positivo. Por ello, si a tus peques les regalas
libros, lo relacionaran como una “recompensa”, en lugar de como un castigo.
Muchas veces se utiliza una recompensa TRAS haber hecho el “esfuerzo” de leer,
asociando así el hecho de leer con un trabajo costoso que no se debería hacer
sin una motivación externa, como: “Si lees 15 minutos puedes salir a jugar”. Lo
que tratamos de hacer aquí es lo contrario, es hacer que la propia lectura se
convierta en una recompensa en sí misma, que sea emocionante recibir un libro y
leer.
4. Escoge libros apropiados:
En cuanto a la
dificultad de lectura, asegúrate de que es la apropiada escogiendo bien la
sección de su nivel en la biblioteca o librería. Si el libro es demasiado largo
para el niño acabará perdiendo el interés, al igual que si tiene demasiadas
palabras desconocidas. También es importante que el libro sea apasionante para
el niño, y de un tema que le interese, así no querrá parar de leer hasta que
descubra qué es lo siguiente que pasará en la historia. Buscamos que “se
enganche” a leer, que descubra lo reforzante que puede ser un libro, ya que si
se descubre la pasión por la lectura desde peque, no se verá esta tarea como
una obligación, sino como un hobby.
Una buena idea
es buscar opiniones de libros entre conocidos o páginas web, para asegurarnos
de que hacemos una buena elección.
5. Prepara un espacio de lectura:
Sera incluso
mejor si lo preparas con él, para que comparta tu entusiasmo por este proyecto.
No tiene que ser un espacio enorme, bastaría con una pequeña estantería al lado
de una silla, o una mesita en la esquina del sofá o en su habitación. Hay que
elegir un lugar con buena luz en el que podamos dejar sus libros favoritos o el
que está leyendo en ese momento, para que el pequeño sepa que, cuando desee,
tiene un sitio cómodo y acogedor para leer, con todos los libros a su alcance,
fomentando, de nuevo, su sensación de que tiene capacidad de decisión.
6. Deja que elija qué quiere leer:
Que sea él quien
tome la decisión de qué leer. Esto le dará más ganas de leer, ya que ha sido él
quien ha querido hacerlo, se sentirá más autónomo y con capacidad de decisión.
Así te asegurarás de que el tema que ha escogido le entusiasma y es el que le
apetece en ese momento. En “su biblioteca de casa” podrá elegir cualquier libro
en cualquier momento, ya que estarán siempre accesibles y adaptados a su nivel.
7. Léele tú mismo:
Esto es
suuuuuúper importante. Cuando son pequeños, y aun no saben leer, si nosotros
les leemos comenzarán a descubrir la pasión y la emoción que puede desencadenar
un libro, además de poder crear lazos más fuertes y compartir actividades placenteras
con nuestro hijo. Una vez que comienzan a leer, al principio supone un esfuerzo
grandísimo, tienen que estar más pendientes de tratar de descifrar ese lío de
letras que de disfrutar (e incluso enterarse) de la historia. Lo mismo ocurre
si nuestro peque tiene dislexia o dificultades específicas en la
lecto-escritura, la lectura se convierte más en un sacrificio que una actividad
placentera. Por ello, si nosotros les leemos podrán disfrutar de la historia, y
poco a poco podremos ir delegando en ellos alguna tarea: Como leer la frase que
diga algún personaje, luego que sean ellos los que se encarguen de algún
párrafo, luego leyendo una página cada uno... ¡Siempre asegurándonos de que el
niño está comprendiendo bien la historia!
8. Exagera en la lectura:
¡Entusiásmate!
¡Emociónate! En vez de leer con un tono monótono cada párrafo del cuento,
cambia las voces poniendo una a cada personaje, ponle emoción al cuento
enfatizando las preguntas, las exclamaciones, las aventuras, los problemas y
sus soluciones… Representa incluso el sonido del coche en caso de que aparezca
uno, de la vaca, del perro, ¡de lo que sea! Esto aumentará también el entusiasmo
de tu peque por el cuento.
9. Relee y vuelve a releer los libros
favoritos:
Ese cuento que
ya le has leído una vez y le encantó. Que le volviste a leer porque te lo
pidió. Que le leíste una vez más y comenzó a ser él mismo quien hacía las voces
de los personajes porque se lo está empezando a aprender de memoria. No
importa. Leedlo juntos las veces que haga falta. Volved a leerlo. (Reprime tu
aburrimiento si ya estás harto de leer el mismo cuento durante un mes). Esta
repetición hace que tu peque deje de ser sólo quien escucha la historia que le
lees, a que sea también quién participa, quien se sabe los diálogos y sus
partes preferidas… De nuevo creando la emoción por la lectura.
10. Llévale a la biblioteca:
Servirá para que
vea la biblioteca como un lugar conocido, al que puede ir cuando desee, y donde
encontrar miles de aventuras. Es el sitio perfecto para ver, tocar, y elegir
entre montones de opciones sin gastar nada. Que el dinero no sea un obstáculo
para la lectura. Y lo mejor es que en muchas bibliotecas programan actividades
en las que se leen cuentos para los niños que deseen ir, o se hacen actividades
de representación teatral, donde, además, podría conocer a otros niños de su
edad y seguir fomentando la pasión por la lectura.
Estas son
algunas ideas para conseguir que a tu peque le guste leer y decida hacerlo sin
tener que obligarle, disfrutando de ello en lugar de viéndolo como un castigo.
¿Se os ocurren más ideas para lograrlo? ¿Hacéis alguna otra cosa desde casa
para conseguirlo? Me encantaría saber vuestras ideas, ¡y seguro que ayudan a
más gente!
Un factor que ha
sido más que demostrado a lo largo de los últimos años de investigación sobre
la dislexia es la relación que mantiene
con la conciencia fonológica. De hecho se ha comprobado que un menor nivel
de conciencia fonológica está relacionado con una peor ejecución en la lectura,
y, por lo tanto, también con la dislexia.
Para quien aún
no lo tenga muy claro, la conciencia
fonológica es la capacidad que tenemos de reconocer y poder manipular las
unidades de sonido por las que se componen las palabras. Esto incluye por
ejemplo las sílabas, aunque la unidad de más relevancia a la hora de influir en
la lectura es la capacidad de trabajar
con los sonidos de las letras, llamados fonemas. Para quien quiera saber un
poco más sobre esta relación, os dejo este enlace sobre la
relación entre la habilidad lectora y la conciencia fonológica.
Estas
conclusiones son importantes y esperanzadoras para quienes tienen dislexia, ya
que supone que si se mejora uno de los factores relacionados con la habilidad
lectora, en consecuencia, se mejorará
también la propia lectura. Por esta razón muchos de los métodos para
trabajar con peques con dislexia se centran en realizar ejercicios de conciencia
fonológica. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Aprovechar estos descubrimientos
para tratar de ayudar también desde casa. Hay muchísimos ejercicios y juegos que
podemos realizar con nuestros peques que se centran en mejorar la
conciencia fonológica. Algunos ejemplos sonjuegos
de toda la vida, añadir
sonidos para transformar palabras, o encontrar
los fonemas comunes entre dos palabras.
Cuando el niño
con dislexia tiene gran dificultad de reconocer las unidades de sonido más
pequeñas de las palabras no podremos empezar pretendiendo que analice los
fonemas (sonidos de las letras), ya que es un proceso que requiere el
reconocimiento previo de las sílabas. Es como pretender empezar la casa por el
tejado. Por ello, tendremos que
identificar las dificultades específicas que tiene el peque con el que queremos
trabajar para adaptarnos a su nivel y partir desde ahí, avanzando a medida que
va superando escalones. Si vemos que aún le cuesta identificar cuáles son las
sílabas que forman una palabra, tendremos que empezar por ahí, para luego pasar
a los fonemas que componen cada sílaba. ¿Qué es imprescindible para ser todo un
experto en cualquier cosa? ¡La práctica! Así que manos a la obra:
Lo primero es
preparar unas tarjetitas con dibujos. Si sois unos manitas podéis pintarlos
vosotros mismos, pero si os pasa como a mí también podéis buscar los dibujos
directamente de internet e imprimirlos para ahorraros ese trabajo. Es
importante que pongáis una sola imagen por cada tarjetita, para que el niño se
centre sólo en ella, y reduzcamos las distracciones. Siempre
empezaremos con palabras sencillas (como uno,
pato, perro, mano, mesa), que sean cortitas, no tengan
muchas sílabas trabadas (br, tr, pl…), tengan letras que sabemos que el niño
sabe identificar (si, por ejemplo, la “p”
o la “t” le cuesta mucho la dejaremos
para más adelante)… Ya sabéis, no nos podemos precipitar y vamos avanzando escalón
por escalón, a su ritmo.
Pondremos todas
las tarjetitas que queramos trabajar en esa sesión (teniendo en cuenta que no
podemos pretender que el niño esté haciendo este ejercicio que le supone
dificultad tooooda la tarde) encima de la mesa con el dibujo boca abajo, sin
que el peque pueda ver el dibujo de cada una. Le diremos que escoja una de las
tarjetas, la que él quiera, de esta manera le estaremos haciendo partícipe del
juego, que vea que él también puede tomar decisiones. Supongamos que es un pato. Lo primero será nombrar el dibujo
que hemos dado la vuelta (para asegurarnos de que el niño reconocer que la
imagen es un pato).
Ahora viene
cuando tendremos que adaptar el ejercicio a la capacidad del niño. Si al
pequeño le cuesta mucho reconocer las
sílabas de las palabras, el juego consistirá en identificar el número de
sílabas o golpes de voz que tiene cada uno de los dibujos. Al principio,
empezaremos nosotros dividiendo la palabra en sílabas y dando un golpecito con
la mano en la mesa con cada sílaba, para que el niño reconozca qué es cada sílaba,
cada golpe de voz, y le sea más fácil reconocerlos contando los golpes que
vamos dando (y dando golpecitos también se divierten más). En nuestro ejemplo,
comenzaremos dando un golpe en la mesa mientras decimos pa, y otro mientras decimos to
(recordemos que la palabra era pato). Ahora le preguntamos ¿cuántos golpes
hemos dado? En las siguientes palabras vamos dejando que él vaya asumiendo más
tareas, desde nombrar la palabra dividirla en golpes de voz, y contarlas. Lo
ideal sería que al final no necesitase ayudarse de los golpecitos en la mesa
para reconocer las sílabas.
Si esta tarea ya
sabe hacerla sin mucha dificultad, y le
cuesta identificar los fonemas de las palabras, pasaremos a contar el
número de letras que tiene cada dibujo, tarea que es mucho más difícil que la
anterior, pero también mucho más relacionada con la habilidad lectora. Para
ello, también pediremos al niño que escoja una tarjetita y nombre el dibujo. Lo
siguiente que habrá que hacer será identificar el número de golpes de voz o
sílabas, como hacíamos antes. Ahora, iremos sílaba por sílaba (para que las
unidades de trabajo sean más pequeñas y le resulte más fácil) contando el
número de letras que tiene cada una, para lo cual alargaremos muchísimo cada
una al pronunciarla: Ppppaaaaaa (2
letras), tttttttoooooo (2 letras). El
objetivo será que deje de ser necesario dividir cada palabra en sílabas
previamente, y pueda identificar las letras directamente sin tener tampoco que
alargar su pronunciación.
Espero que estas
propuestas os sirvan para trabajar desde casa, y me encantaría saber qué tal os
ha ido. Sobre todo… ¡mucha paciencia!
La dislexia
se enmarca dentro de los un grupo de trastornos denominados “Dificultades de Aprendizaje” (DA). Dentro
de esta agrupación podemos encontrar diferentes subtipos de dificultades de aprendizaje, como pueden ser:
-Problemas
escolares: El alumno presenta dificultad para aprender por alguna causa
externa a él, como falta de motivación o problemas en el cole o en casa.
-Discapacidad
Intelectual Límite: Presentan dificultad para aprender en general.
-Dificultades
Específicas de Aprendizaje (DEA): En este subgrupo se enmarca la dislexia y
la discalculia.
Quien tiene una
Dificultad Específica de Aprendizaje no tiene problemas intelectuales, no se
debe a un mal programa formativo, no es por falta de motivación o de esfuerzo...
Tener DEA tampoco se debe a problemas físicos y psíquicos. Es decir, se tiene todo lo necesario para aprender
algo, pero no lo aprende. Y es precisamente el último factor el que hace
que quien intenta enseñar una determinada materia a alguien con dislexia o
discalculia se frustre, porque es difícil de comprender, es difícil ponerse en
su piel.
Lo más curioso
de las Dificultades Específicas de Aprendizaje ya se pude entrever en su nombre:
Son específicas. Es decir, a alguien
con dislexia SÓLO le costará el aprendizaje de la lectura (al menos los
primeros cursos, más adelante es posible que empañe el aprendizaje de otras
asignaturas que basan su aprendizaje en la lectura), y alguien con
discalculia presentará dificultad de aprender SÓLO los cálculos numéricos. Por
eso nunca se debe confundir a alguien con dislexia o discalculia con alguien “vago”,
ni mucho menos “tonto”. Consiste en una incapacidad funcional para recibir y
procesar esa información específica.
Inicialmente la
dislexia implica el problema principal
de dificultad en el reconocimiento de letras, conversión grafema-fonema (de la
letra escrita en su sonido), múltiples sustituciones de letras, omisiones,
adiciones, inversiones, lentitud, tanto en la lectura como en la escritura. En
los primeros años no se suele dar mucha importancia a sus dificultades porque
el niño suele ir pasando de curso con su trabajo, y suelen pasar
desapercibidos, ya que no llaman mucho la atención al sólo fallar en una
materia entre tantas.
Al no
solucionarse, se dificulta a largo plazo
el aprendizaje de la comprensión de palabras, de textos y el aprendizaje de
otras materias (como la imposibilidad de aprenderse un libro de texto de
ciencias naturales si te lleva muchísimo tiempo y no entiendes nada de lo que
lees, como podemos ver en este ejemplo).
Y lo más
preocupante, se suele asociar a pérdida de
motivación por los estudios y al abandono escolar, en muchas ocasiones por la
falta de conocimiento sobre la dislexia en los coles, la falta de comprensión y
de apoyo que reciben estos alumnos, que hace que se crean lo que otros les
hacen creer, “que no valen para eso”. No hay más que ver el vídeo de este
enlace: El
poder de tus palabras en el rendimiento de niños con dislexia.
Por ello, nunca
se puede acusar a alguien con dislexia de falta de esfuerzo, de falta de
interés… En muchas ocasiones se esfuerzan más que otros niños, y aun así no
consiguen lo mismo objetivos. Lo que deberíamos hacer es todo lo contrario, reforzar cada uno de sus esfuerzos,
independientemente de si el resultado es acertado o no, para que siga esforzándose
y con el tiempo, su lectura y escritura vaya mejorando.