Contar con dificultades de aprendizaje de la lectura y
escritura, o dislexia, hace que algunas tareas cotidianas se vuelvan cuesta
arriba. Toca poner más empeño, más esfuerzo que los demás. Pero cada vez son
más los alumnos con dislexia que no se dan por vencidos, y que logran alcanzar
sus metas, ya sean superar la etapa escolar, llegar a la universidad, o
conseguir el trabajo de sus sueños. Todo gracias a mucho esfuerzo, a no darse
por vencidos, y seguir su camino a pesar de que muchos no confíen en sus
posibilidades, piensen que “no se esfuerzan”, o les hagan pensar que no valen.
Quien tiene dislexia vale tanto como cualquier otro.
Sin embargo, el camino a seguir se hace mucho más fácil si se
cuenta con ayuda y apoyo desde diferentes contextos. Tener la suerte de que el profesor sepa qué es la dislexia, tenga
nociones de las limitaciones que puede conllevar, y desarrolle medidas para
tratar de superarlas o compensarlas es un grandísimo punto favorable que
fomentará tanto la persistencia del pequeño como su autoestima.
Pero desde casa
también es mucho lo que se puede hacer. Lo primero, tratar de informarnos de
qué es la dislexia y qué consecuencias puede acarrear, para poder empatizar con quien la padezca. Ponernos
en su lugar. Darnos cuenta de que no es que no preste atención, no se esfuerce,
o no ponga interés, sino que realmente tiene dificultades, le cuesta más que a
los demás. Por eso, el primer punto es comprender
la situación. A partir de ahí, será más fácil armarse de paciencia, y apoyar
al pequeño con dislexia. Nuestro apoyo será beneficioso tanto desde el punto de
vista emocional (haciéndole ver que
creemos en él, y siendo
conscientes del poder de nuestras palabras), como educativo. Alguna idea que podemos poner en práctica desde casa son
algunos juegos
que mejoran la conciencia fonológica y la comprensión
lectora.
También es muy fácil de poner en práctica la llamada Lectura Conjunta (LC). Consiste, en
resumen, en leer con tus hijos para
que así logren disfrutar de la lectura, y haya más posibilidades de que ésta se
convierta en un hábito, además de ayudarles a corregir los errores que cometan. Los fundamentos en los
que se basa la Lectura Conjunta son:
-
Dejar que la persona con dislexia asuma tanta
responsabilidad como le sea posible.
-
Encargarnos nosotros del resto de tareas.
-
En cuanto veamos que el pequeño puede realizar
alguna tarea más, se la asignamos.
La idea que es que el pequeño vaya asumiendo cada vez más de
las tareas que implica leer (y de las que los demás muchas veces no son
conscientes), hasta que sea capaz de hacer cada uno de los pasos por sí mismo.
Será el niño quien
elija qué quiere leer. Puede ser un cuento que ha leído cien veces, alguno
que le propongamos, o incluso algún libro de texto del colegio. Así le damos
autonomía, y sentirá que él también es dueño de las decisiones que le implican,
lo que aumentará su sentimiento de control.
Empezaréis estableciendo
quién se va a encargar de cada cosa. Por ejemplo, podéis decidir que él/ella leerá la primera frase, luego tú la
siguiente, y así hasta el final.
Después de la lectura de
cada frase, toca extraer su significado,
parafrasearla. Al principio serás tú quien se encargue de esa tarea, pero poco
a poco el pequeño irá adquiriendo también esta tarea (por ejemplo, primero
explicará qué quieren decir sólo sus frases, y luego también las tuyas).
Tras cada párrafo o página, se habrá de extraer un sentido conjunto del texto, es decir,
analizar qué ha pasado hasta ahora. Inicialmente también serás tú quien se
encargue, pero en cuanto veas al niño capaz, fomentaremos que sea partícipe
también de esta tarea.
Tendremos que ir dando al niño con dislexia cada vez más
responsabilidades hasta que sea capaz de hacer cada tarea por sí solo, hasta
que, a través de este proceso, consiga leer
y comprender con más autonomía.
Belén Tomé - Psicóloga