Un factor que ha
sido más que demostrado a lo largo de los últimos años de investigación sobre
la dislexia es la relación que mantiene
con la conciencia fonológica. De hecho se ha comprobado que un menor nivel
de conciencia fonológica está relacionado con una peor ejecución en la lectura,
y, por lo tanto, también con la dislexia.
Para quien aún
no lo tenga muy claro, la conciencia
fonológica es la capacidad que tenemos de reconocer y poder manipular las
unidades de sonido por las que se componen las palabras. Esto incluye por
ejemplo las sílabas, aunque la unidad de más relevancia a la hora de influir en
la lectura es la capacidad de trabajar
con los sonidos de las letras, llamados fonemas. Para quien quiera saber un
poco más sobre esta relación, os dejo este enlace sobre la
relación entre la habilidad lectora y la conciencia fonológica.
Estas
conclusiones son importantes y esperanzadoras para quienes tienen dislexia, ya
que supone que si se mejora uno de los factores relacionados con la habilidad
lectora, en consecuencia, se mejorará
también la propia lectura. Por esta razón muchos de los métodos para
trabajar con peques con dislexia se centran en realizar ejercicios de conciencia
fonológica. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Aprovechar estos descubrimientos
para tratar de ayudar también desde casa. Hay muchísimos ejercicios y juegos que
podemos realizar con nuestros peques que se centran en mejorar la
conciencia fonológica. Algunos ejemplos son
juegos
de toda la vida, añadir
sonidos para transformar palabras, o encontrar
los fonemas comunes entre dos palabras.
Cuando el niño
con dislexia tiene gran dificultad de reconocer las unidades de sonido más
pequeñas de las palabras no podremos empezar pretendiendo que analice los
fonemas (sonidos de las letras), ya que es un proceso que requiere el
reconocimiento previo de las sílabas. Es como pretender empezar la casa por el
tejado. Por ello, tendremos que
identificar las dificultades específicas que tiene el peque con el que queremos
trabajar para adaptarnos a su nivel y partir desde ahí, avanzando a medida que
va superando escalones. Si vemos que aún le cuesta identificar cuáles son las
sílabas que forman una palabra, tendremos que empezar por ahí, para luego pasar
a los fonemas que componen cada sílaba. ¿Qué es imprescindible para ser todo un
experto en cualquier cosa? ¡La práctica! Así que manos a la obra:
Lo primero es
preparar unas tarjetitas con dibujos. Si sois unos manitas podéis pintarlos
vosotros mismos, pero si os pasa como a mí también podéis buscar los dibujos
directamente de internet e imprimirlos para ahorraros ese trabajo. Es
importante que pongáis una sola imagen por cada tarjetita, para que el niño se
centre sólo en ella, y reduzcamos las distracciones. Siempre
empezaremos con palabras sencillas (como uno,
pato, perro, mano, mesa), que sean cortitas, no tengan
muchas sílabas trabadas (br, tr, pl…), tengan letras que sabemos que el niño
sabe identificar (si, por ejemplo, la “p”
o la “t” le cuesta mucho la dejaremos
para más adelante)… Ya sabéis, no nos podemos precipitar y vamos avanzando escalón
por escalón, a su ritmo.
Pondremos todas
las tarjetitas que queramos trabajar en esa sesión (teniendo en cuenta que no
podemos pretender que el niño esté haciendo este ejercicio que le supone
dificultad tooooda la tarde) encima de la mesa con el dibujo boca abajo, sin
que el peque pueda ver el dibujo de cada una. Le diremos que escoja una de las
tarjetas, la que él quiera, de esta manera le estaremos haciendo partícipe del
juego, que vea que él también puede tomar decisiones. Supongamos que es un pato. Lo primero será nombrar el dibujo
que hemos dado la vuelta (para asegurarnos de que el niño reconocer que la
imagen es un pato).
Ahora viene
cuando tendremos que adaptar el ejercicio a la capacidad del niño. Si al
pequeño le cuesta mucho reconocer las
sílabas de las palabras, el juego consistirá en identificar el número de
sílabas o golpes de voz que tiene cada uno de los dibujos. Al principio,
empezaremos nosotros dividiendo la palabra en sílabas y dando un golpecito con
la mano en la mesa con cada sílaba, para que el niño reconozca qué es cada sílaba,
cada golpe de voz, y le sea más fácil reconocerlos contando los golpes que
vamos dando (y dando golpecitos también se divierten más). En nuestro ejemplo,
comenzaremos dando un golpe en la mesa mientras decimos pa, y otro mientras decimos to
(recordemos que la palabra era pato). Ahora le preguntamos ¿cuántos golpes
hemos dado? En las siguientes palabras vamos dejando que él vaya asumiendo más
tareas, desde nombrar la palabra dividirla en golpes de voz, y contarlas. Lo
ideal sería que al final no necesitase ayudarse de los golpecitos en la mesa
para reconocer las sílabas.
Si esta tarea ya
sabe hacerla sin mucha dificultad, y le
cuesta identificar los fonemas de las palabras, pasaremos a contar el
número de letras que tiene cada dibujo, tarea que es mucho más difícil que la
anterior, pero también mucho más relacionada con la habilidad lectora. Para
ello, también pediremos al niño que escoja una tarjetita y nombre el dibujo. Lo
siguiente que habrá que hacer será identificar el número de golpes de voz o
sílabas, como hacíamos antes. Ahora, iremos sílaba por sílaba (para que las
unidades de trabajo sean más pequeñas y le resulte más fácil) contando el
número de letras que tiene cada una, para lo cual alargaremos muchísimo cada
una al pronunciarla: Ppppaaaaaa (2
letras), tttttttoooooo (2 letras). El
objetivo será que deje de ser necesario dividir cada palabra en sílabas
previamente, y pueda identificar las letras directamente sin tener tampoco que
alargar su pronunciación.
Espero que estas
propuestas os sirvan para trabajar desde casa, y me encantaría saber qué tal os
ha ido. Sobre todo… ¡mucha paciencia!
Belén
Tomé – Psicóloga