La dislexia
se enmarca dentro de los un grupo de trastornos denominados “Dificultades de Aprendizaje” (DA). Dentro
de esta agrupación podemos encontrar diferentes subtipos de dificultades de aprendizaje, como pueden ser:
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Problemas
escolares: El alumno presenta dificultad para aprender por alguna causa
externa a él, como falta de motivación o problemas en el cole o en casa.
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Discapacidad
Intelectual Límite: Presentan dificultad para aprender en general.
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Dificultades
Específicas de Aprendizaje (DEA): En este subgrupo se enmarca la dislexia y
la discalculia.
Quien tiene una
Dificultad Específica de Aprendizaje no tiene problemas intelectuales, no se
debe a un mal programa formativo, no es por falta de motivación o de esfuerzo...
Tener DEA tampoco se debe a problemas físicos y psíquicos. Es decir, se tiene todo lo necesario para aprender
algo, pero no lo aprende. Y es precisamente el último factor el que hace
que quien intenta enseñar una determinada materia a alguien con dislexia o
discalculia se frustre, porque es difícil de comprender, es difícil ponerse en
su piel.
Lo más curioso
de las Dificultades Específicas de Aprendizaje ya se pude entrever en su nombre:
Son específicas. Es decir, a alguien
con dislexia SÓLO le costará el aprendizaje de la lectura (al menos los
primeros cursos, más adelante es posible que empañe el aprendizaje de otras
asignaturas que basan su aprendizaje en la lectura), y alguien con
discalculia presentará dificultad de aprender SÓLO los cálculos numéricos. Por
eso nunca se debe confundir a alguien con dislexia o discalculia con alguien “vago”,
ni mucho menos “tonto”. Consiste en una incapacidad funcional para recibir y
procesar esa información específica.
Inicialmente la
dislexia implica el problema principal
de dificultad en el reconocimiento de letras, conversión grafema-fonema (de la
letra escrita en su sonido), múltiples sustituciones de letras, omisiones,
adiciones, inversiones, lentitud, tanto en la lectura como en la escritura. En
los primeros años no se suele dar mucha importancia a sus dificultades porque
el niño suele ir pasando de curso con su trabajo, y suelen pasar
desapercibidos, ya que no llaman mucho la atención al sólo fallar en una
materia entre tantas.
Al no
solucionarse, se dificulta a largo plazo
el aprendizaje de la comprensión de palabras, de textos y el aprendizaje de
otras materias (como la imposibilidad de aprenderse un libro de texto de
ciencias naturales si te lleva muchísimo tiempo y no entiendes nada de lo que
lees, como podemos ver en este ejemplo).
Y lo más
preocupante, se suele asociar a pérdida de
motivación por los estudios y al abandono escolar, en muchas ocasiones por la
falta de conocimiento sobre la dislexia en los coles, la falta de comprensión y
de apoyo que reciben estos alumnos, que hace que se crean lo que otros les
hacen creer, “que no valen para eso”. No hay más que ver el vídeo de este
enlace: El
poder de tus palabras en el rendimiento de niños con dislexia.
Por ello, nunca
se puede acusar a alguien con dislexia de falta de esfuerzo, de falta de
interés… En muchas ocasiones se esfuerzan más que otros niños, y aun así no
consiguen lo mismo objetivos. Lo que deberíamos hacer es todo lo contrario, reforzar cada uno de sus esfuerzos,
independientemente de si el resultado es acertado o no, para que siga esforzándose
y con el tiempo, su lectura y escritura vaya mejorando.
Belén Tomé - Psicóloga