Encontrarse
ante una situación de dificultad de
aprendizaje de la lectura o escritura supone, en muchos casos, estar desorientado. No suele ser algo que
entre en los planes, no se prevé. Por ello, inicialmente es difícil saber cómo
actuar, qué pasos seguir. Lo primordial es tener en cuenta que durante el
aprendizaje de la lecto-escritura cada
niño lleva un ritmo, y eso no implica necesariamente que por ser más lento vaya
a tener dislexia.
Sin
embargo, sea o no dislexia el diagnóstico final, ante estos casos lo más
recomendable siempre es NO ignorarlo. El diagnóstico
definitivo de la dislexia puede demorarse incluso varios cursos (al menos hasta
2º o 3º de primaria, cuando la lectura debería estar interiorizada), y el mejor momento para intervenir sobre las
dificultades de aprendizaje de la lectura son las edades más tempranas. Si
finalmente la dislexia se confirma, habremos aprovechado la mejor época para
intervenir, y, en caso de que no lo sea, sólo habremos colaborado a mejorar la
lecto-escritura. Aquí tenéis algunas orientaciones
que podéis seguir si os encontráis ante un caso similar a este y no
sabéis cómo reaccionar ni qué podéis hacer.
Desde
casa no sólo nos tendremos que resignar a mirar cómo avanza o no nuestro hijo
en la lectura y escritura. Tenemos la opción de colaborar codo con codo con nuestro peque, y ayudarle en lo que podamos, que vea que estamos de su
lado. Actualmente la intervención se centra sobre el fomento
de la conciencia fonológica.
En caso de que finalmente se confirme el diagnóstico de dislexia en nuestro peque, acudirá a algún tipo de intervención en el cole o en otro centro, y podremos hablar con ellos
y pedir orientación sobre qué podemos hacer desde casa, ya que serán
específicas para sus dificultades concretas.
Aquí
os propongo algunas ideas que se centran
en la mejora de la conciencia fonológica y ayudan a mejorar así el nivel de
lectura, tanto de personas con dislexia como sin ella. Lo más básico y
primero que el peque tiene que lograr es aprender a identificar las sílabas o golpes
de voz y trabajar con ellas.
- Segmentación en sílabas: La actividad
más sencilla y la primera que debe aprenderse es reconocer cada sílaba que
tiene una palabra. Para ello, tendremos una serie de palabras preparadas en
tarjetitas individuales (inicialmente palabras cortitas y sencillas y luego
aumentando su dificultad). En cada tarjeta el peque deberá romper cada palabra
en sus sílabas. Inicialmente, si le cuesta, le ayudaremos dando un golpe en la
mesa por cada sílaba. Luego será él quien de los golpes para que le ayuden,
hasta que finalmente no le haga falta ninguna ayuda. Ejemplo: “Caracol” sería “ca-ra-col”.
- Omitir una sílaba: Esta tarea implica, además
de reconocer cada sílaba, la memoria de trabajo, es decir, la capacidad de
operar con ellas. Para ello, con cada tarjeta el peque deberá eliminar la
sílaba de la palabra que le digamos. Si, por ejemplo, con la palabra “caracol”,
le pedimos que elimine la segunda sílaba, el resultado sería “ca-col”.
- Sustituir una sílaba: Es una variación
del ejercicio anterior. Su tarea será que en cada palabra tendrá que sustituir
la sílaba que le indiquemos por otra. Un ejemplo sería que cambie la segunda
sílaba de la palabra “caracol” por “si”, y el resultado sería “ca-si-col”.
- Encontrar la sílaba común: En este caso
tendremos dos palabras que tengan una sílaba en común. Se las leeremos al peque,
quien tendrá que encontrar esa parte de la palabra que suena igual en las dos.
Por ejemplo, con la palabra “caracol” y la palabra “colmena”, la sílaba común es
“col”.
- Ordenar las sílabas: En este caso
habremos escrito cada sílaba en un pedacito de papel, y se las daremos al niño
sin que estén en orden. Lo que tendrá que hacer será reordenarlas para
conseguir formar una palabra con sentido. Por ejemplo, habría que formar la
palabra “caracol” con las sílabas “col”, “ra” y “ca”.
Espero
que estas actividades os hayan sido de ayuda para tener más ideas de cómo
podéis ayudar a vuestros peques desde casa. Como siempre, ¡armaros de paciencia
y a aprender jugando y compartiendo tiempo con ellos!
Belén Tomé - Psicóloga